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Mateo

Me había destrozado con sus palabras. Todas habían sido demasiado dolorosas, cada una de ellas. Pero esa última frase había tocado un punto débil en mi.

“Dejá de lastimar a la gente”.

Me costó mucho decirme que eso no era cierto, que yo no era un tipo de origen del mal. Que yo no cargaba con una maldición para traerles infelicidad a la gente, o que nací con el amor en mi contra.

Que no tenía la culpa de que mamá se hubiera ido, de que no tenía la culpa que papá se haya matado, que la enfermedad terminal de mi tía no era por nuestra cercanía. Y sólo asumí la culpa de mis verdaderos actos, haberme dejado llenar de la cobardía y haberme alejado de Melisa, porque eso si que fue mi culpa.

No podía creer que había sido tan estúpido como para enserio haberla lastimado tanto, haberle hecho tanto daño, haberla dejado ir. No podía creer como pude alejarla de mi.

Estoy enfermo, pero me enferma más no tenerla entre mis brazos.

Entendía sus palabras, ya esperaba un  no de hecho, aunque claramente guardaba la esperanza de que pudiera conmover un poco su corazón y pudiera perdonarme pese a mis errores, pero ella tenía la razón.

En cada una de sus dolorosas palabras, no se encontraba más que la verdad.

Pero esa última frase, hizo que todo lo que quise decirme que no era cierto, volviera a cobrar vida en mi cabeza.

Solo le hago daño a la gente.

El timbre sonó anunciando que los chicos debían estar por llegar, y Melisa y yo solo llorábamos.

Limpié mis lágrimas rápidamente y ella las suyas.

—Lo entiendo. Lo único que te voy a decir es que lo siento, y sinceramente gracias por haberme dejado haber sido parte de tu hermosa vida. —Dije antes de irme a mi puesto.

Recordaba más de lo que me gustaría esos hermosos días, en su casa, ambos en su cuarto, o también con su mamá viendo películas.

Cuando cocinábamos y hacíamos tonterías juntos.

La mayoría de las personas suelen confundir el dolor con la felicidad, y yo confundí la felicidad con el dolor.

Creí (cegado por la rabia), que todo eso bonito, era una mierda.

No, ella fue lo mejor que me pudo pasar, pero no lo entendí al tiempo.

Pasé mi mano por mi cabello sintiendo la ansiedad consumirme, si no me controlaba iba a comenzar a llorar como un boludo en medio de la clase.

Para ajustar era la clase de historia, justo en la que me había peleado con Lorenzo y tenía tantos problemas.

Igual el profesor ya me había advertido que no podría ganar su materia.

Recosté mi cabeza en la mesa, cansado. Quería ir a dormir todo el día en mi cama.

Mi mente no paraba de reprocharme que todo estaba mal por mi culpa.

Fui tan frío.

—Todos pueden ir al campamento.

Arrugué el ceño cuando entre mis pensamientos oí la voz del profesor.

¿Campamento?






Buenoo.<3

Como no se cansan de una novela de 100 caps, dios.

2/3❤

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora