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Mateo no vino al colegio el resto de semana, cosa que terminó preocupándome incluso más de lo que quisiera. Por ello, incluso aunque Mateo se enojara conmigo.

No tenía nada para perder, pero si para salvar, aunque sonara medio irónico. Así que pensando en ésto me decidí completamente en ir.

Las palabras de Camilo se seguían repitiendo una y otra vez en mi cabeza. Yo nunca había tenido problemas familiares, al menos no más que una discusión en la que terminaba enojada en mi cuarto hasta que se me pasara. Lo más relacionado podría ser cuando mi abuelo se murió de cáncer.

La pasé muy mal un tiempo porque si bien lo quería mucho, pero cuando pasó el tiempo pude superarlo. No éramos tampoco los más cercanos, pero definitivamente lo amaba.

Caminé hasta la casa de Mateo en silencio, aunque tratara de pensar en las palabras que le iba a decir no podía concentrarme, era como un montón de murmullos en mi cabeza que no me dejaban pensar bien. Así que con mi corazón latiendo fuertemente, preferí tratar de tranquilizarme en el camino. Le iba a decir lo que fluyera.

Cuando estuve en su puerta caminé para tocar pero inmediatamente de ésta salió una mujer chocando conmigo.

—Lo siento. —Pronunció la tía de Mateo apenada.

—No pasa nada. —Dije agachándome para recoger algunos papeles que se le habían caído.

A medida que los recogía me fui tensando al darme cuenta de lo que eran. 

Exámenes de cáncer.

Un poco incómoda le entregué los papeles y ella me miró, se había dado cuenta que yo me había dado cuenta.

—¿Pasas? —Preguntó ella.

—S-sí, ¿está Mateo? —Pregunté.

—Sí, debe estar por despertar. —Dijo mientras entraba a la casa conmigo.

Ella parecía que iba de salida ya que tenía una mochila en su espalda, pero la descargó de nuevo en el sofá.

—¿Querés algo de tomar? —Preguntó.

Minutos más tarde nos encontrábamos sentadas en su comedor, yo ya me había tomado el mío y ella seguía mirándolo.

—No le digás a Mateo, por favor. —Dijo ella mirándome esta vez a mi.

Tragué saliva, no quería ocultarle algo así a Mateo, pero definitivamente yo tampoco le iba a decir si su propia tía no se lo decía.

—¿Por qué no se lo dices? —Pregunté.

—Está muy mal, saberlo solo lo pondrá peor. Solo quiero que vaya tratando de continuar su vida. Me iré a otra ciudad a hacerme un tratamiento, pero él cree que voy a trabajar allí. —Sus ojos se mojaron. —El solo darse cuenta que me iría lo puso mal.

Asentí mirando mis manos.

—No le diré nada. —Dije asintiendo.

—Te lo agradezco. —Dijo y alcé mi mirada para ver la pequeña sonrisa que había formado con sus labios.

Ella me comentó que al parecer necesitaría pasar por algunos tratamientos y que en cualquier caso, necesitaría un trasplante de pulmón.

—¿Puedo pedirte un favor? —Dijo ella tomando mi mano. 

Asentí, por supuesto.

—¿Podés estar pendiente de él? No se si sea una carga para vos. —Dijo ella y negué de inmediato.

—No, en lo absoluto, no es una carga. —Dije de inmediato.

—¿Eres Melisa, verdad? —Preguntó ella a lo que asentí. —Escuché algunas cosas sobre ti.

—¿Cosas buenas? —Pregunté y ella rió asintiendo.

—Creo que le gustas a Mateo. —Dijo y formé inevitablemente una sonrisa.

—No estoy muy segura de que eso sea cierto. —Dije riendo suavemente.

—Si no le gustás, puedo asegurar que Mateo es gay. —Dijo ella con una pequeña sonrisa.

—¿Yo soy gay?






Ah buenoo.

¿Qué onda gente?

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora