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Relamí mis labios nerviosa y me acerqué un poco hasta Mateo, pero como de todas formas estábamos cerca no se notó mucho ese acto de mi parte.

Subí mi mano a la pierna de Mateo y la dejé ahí mientras miraba a la televisión concentrada haciéndome la boluda. Sonreí para mis adentros cuando sentí como su cuerpo se tensaba.

Sin pensarlo mucho, comencé a subir y bajar lentamente mi mano por la pierna de Mateo y por el rabillo del ojo vi claramente que ésto le había estremecido. 

Mordí mi labio y sin aguantarme más me giré para mirarlo, provocando que el me mirara también a mi. Subí mi mano una vez pero ésta vez no la bajé, seguí mi recorrido hasta que mi mano fue a parar en su entrepierna.

—Meli.. —Mateo no pudo continuar porque empecé a masajear en esta zona por encima de su pantalón.

Sonreí mientras lo miraba, claramente le había gustado esto. Moví más mi mano y antes de que pudiera decir o hacer algo, me subí sobre sus piernas para sentarme justo sobre su entrepierna.

Abracé su cuello mientras lo miraba y enredé mis dedos entre su cabello ondulado. 

—Creo que.. —Una vez más no lo dejé hablar porque empecé a mover mis caderas, causando que tire su cabeza hacia atrás.

Suspiré estremecida cuando sentí una erección formarse debajo de mi. Me moví más provocando que Mateo jadeara y cerrara sus ojos. 

Me gustaba mucho como se veía así. 

Detuve mis movimientos y me sorprendí un poco cuando llevó inmediatamente sus manos a mi cadera, sujetándola con fuerza mientras sus mejillas se volvían rojas.

Llevé mis labios a su cuello y comencé a besarlo allí mientras sentía sus manos dirigirse a mi trasero y apretarlo sin ningún pudor.

Me aliviaba ver eso, al menos no sentía asco de mi, ¿no?

Sin aguantar más, bajé mis manos hasta su pantalón para desabrocharlo pero las manos de Mateo detuvieron mi trabajo.

Levanté mi mirada hasta Mateo nerviosa.

—Lo siento.. —Dijo Mateo mirándome.

—¿Por qué? —Pregunté en un susurro, algo nerviosa.

—No.. no voy a hacerlo. —Dijo suspirando con cierta frustración mientras me quitaba lentamente de sobre él, sentándome de nuevo a su lado.

Mateo miró al techo un rato y se levantó del sofá para luego subir las escaleras dejándome sola en su sofá y mojada.

Yo me había quedado sin palabras. Mateo era la persona más confusa del mundo. ¿Por qué me siguió el juego entonces?

Sentí que una vez más mis ojos se mojaban amenazando con llorar, pero me negué a hacerlo. Solo me levanté y como la vez pasada, crucé esa puerta dispuesta a irme donde Sofía.







Ay, Mateito. ¿Por qué sos así?

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Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora