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Estaba sorprendida de como Mateo me había pintado las uñas. Habían quedado mejor que cuando mi mamá me las pintaba.

—¿Le habías pintado las uñas a alguien, antes? —Pregunté mirándomelas.

Las había pintado de un esmalte azul rey. Me gustaba como se veía, aunque casi siempre usaba colores pasteles, me gustaba como se veía.

—A mi tía, siempre le pintaba las uñas de la mano derecha porque ella no podía hacerlo con su zurda.

—Apenas se me sequen te las pinto a vos. —Le avisé soplando suavemente mis uñas tratando de que se secaran rápido.

—Ay, podemos omitir eso, ¿sí? —Insistió.

—Bueno, omitamos las uñas pero te voy a maquillar igual. —Dije a lo que Mateo bufó.

Era obvio que no le gustaba mucho la idea, pero yo no iba a desistir.

Ya me había imaginado como iba a quedar.

—Con dos condiciones. —Dijo Mateo y yo alcé una ceja.

—¿Ahora ponés condiciones? —Pregunté.

Él alzó los hombros simplemente y con una expresión lo invité a que siguiera hablando.

—Primero, que yo también te maquille a vos, y segundo, que hagás unas papitas fritas. —Dijo y reí recordando cuando se comía las papitas.

Accedí fácilmente, soy muy poco de hacerme rogar en esos aspectos, además, todo lo valía si se trataba de que se dejara maquillar.

—No me gusta como huele eso. —Dijo Mateo mientras le echaba polvo.

—Huele normal. —Dije. Tenía un olor peculiar pero a mi me gustaba.

—No me gusta. —Arrugó un poco su nariz y yo reí enternecida.

Casi se muere de miedo cuando le ricé las pestañas, cuando le hice el delineado y cuando le eché rímel.

Era tan dramático que decía que le dolía pero igual no lo dejé tocar sus ojos porque le había quedado perfecto.

Le había puesto un poco de sombra, rubor, iluminador y todo ese maquillaje que ni yo usaba para mi misma.

Finalmente le puse un labial suave y gloss.

—Quedaste pre-cio-sa. —Dije y él hizo piquito con la boca.

—Pico. —Pidió y yo reí antes de darle un besito.

Mateo agarró mi rostro y me dio un beso en la mejilla antes de sonreír.

—Mirá, te dejé la marca en el cachete. —Se burló divertido.

Cada cosa que hacía me parecía tierna en extremo, y ya no me sorprendía porque sabía que estaba jodidamente enamorada de él.

Mateo se quejó un rato por el maquillaje, pero dejó de hacerlo cuando llegó su turno para maquillarme.

Esta vez yo era la muerta de miedo porque Mateo no sabía usar bien los elementos y podía lastimarme.

Yo le tuve un poco de fe, aunque de solo sentir como lo hacía, sabía que no le estaba yendo muy bien.

Sin embargo, cuando me miré al espejo fue demasiado.

—Mateo, parezco una puta barata. —Dije mirándome.

Tenía puesto un labial rojo fuerte corrido, tenía el rímel regado, mis mejillas estaban muy rojas y mis párpados estaban decorados por un azul fuerte.

—No digás eso. —Dijo Mateo en seguida.

—Mirá, ni siquiera supiste combinar los colores. —Me quejé.

—Pero es que ese azul combina con los de tus uñas. —Se quejó esta vez él.—Además no sabía como hacerlo. —Bufó.

Yo lo miré seria al ver que estaba frustrado y resoplé antes de abrazarlo.

—Eres un chiquito inútil. —Dije y Mateo rió.

—Vos sos mi chiquita hermosa. —Dijo él antes de besarme.

A las dos de la madrugada, pintada como una puta barata, le estaba fritando unas papitas a mi novio maquillado como una diva.







Espero que les haya gustado.

Apenas vamos en poco más de la mitad de la historia ❤️
Disfruten de lo bello<3

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora