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Mateo me agarró de las caderas para orillarme un poco mientras yo apoyaba mis codos en la mesa.

Miré como acercó su miembro a mi vagina y comenzó a frotarse contra mi zona, haciéndome gemir.

Tiré mi cabeza hacia atrás mientras sentía la mano de Mateo acariciar mi pierna.

—Mateo, dale.. —Pedí.

Él puso su glande en mi entrada y mi respiración se descontroló.

Sus labios se encontraron con los míos comenzando a besarme desesperadamente.
Iba a corresponder su beso pero la única respuesta que obtuvo de mi fue un jadeo en su boca al sentir como se introdujo en mi.

El gimió también y me miró fijamente.

Arrugué un poco la frente y gemí al sentir que se introdujo más, probablemente completo. Sentía como me llenaba toda y mis paredes apretaban su miembro.

—Te amo.. —Dijo aún sin moverse.

Sonreí sintiendo como la calidez invadía mi corazón.

No me lo imaginé tan perfecto.

—Te amo más.

Mateo hizo un poco su cadera para atrás y comenzó a moverse dentro de mi, llenándome de placer con ese vaivén.

Una de sus manos fue a mi seno para acariciarlo mientras yo cerraba los ojos ocupándome únicamente de gemir, absorbida por el placer y la felicidad del momento.

—Meli.. —Gimió mi nombre excitándome completamente.

—M-más.. —Dije agitada.

Mateo volvió a poner sus manos en mis caderas para poder profundizar sus embestidas y comenzar a acelerar el ritmo de éstas.

Gemía casi entrecortada. Él lo hacía de una forma que me encantaba, tocaba el punto que me volvía loca.

Mateo salió de mi interior y yo casi chille ante la ausencia de su miembro.

Bajé mi mano a mi clítoris y Mateo me sacó la mano con una sonrisa.

—Espera mi amor. —Dijo con esa sonrisa y los ojos chinos.

Me mordí el labio. ¿Mi amor me dijo?

—¿Mi amor? —Dije mientras sentía sus manos en el interior de mi muslos.

Él levantó mis piernas y puso sus manos en el interior de ellas para apretarlas hacia mi torso.

—Eso sos, mi amor. —Dijo y gemí al sentirlo dentro mío una vez más. —Sos mía..

—Ah.. sí, M-mat.. ah..

Y finalmente con un par de embestidas más ambos terminamos rendidos después de haber tenido un orgasmo, mi segundo de la noche.

—Me estás ahogando. —Dije puesto que Mateo seguía sobre mi.

Ni siquiera había salido de mi.

—Mateo, salí. —Dije pero el hizo caso omiso a mis palabras.

Al contrario, abrazó con más fuerza mi cintura.

—Me quedaría así toda la vida. —Dijo haciéndome reír. —Es enserio.

Sus labios volvieron a pegarse a mi pecho y negué con la cabeza.

—Mi amor.. —Dijo besando mi pezón.

—Basta. —Dije cuando me sentí nuevamente excitada.

—No quiero. —Gruñó moviéndose un poco dentro de mi, haciendo que un nuevo gemido brote de mis labios.

—Mate..

Lo siguiente que sentí fue una luz chocando directamente contra los dos.






Valieron.

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Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora