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Entré con Melisa a mi casa y la puse en el sofá un momento.

—Pasame tu celular. —Dije y ella negó mientras sonreía. —Dale, Melisa, tengo que decirle a tu mamá que estás conmigo.

—Bueno, mirá. —Dijo y me lo pasó.

Yo la llamé pero no contestaba por más que insistía, así que terminé por enviarle un audio diciéndole que no se preocupara y que Melisa estaba conmigo.

—¿Ya le dijiste? —Preguntó y yo asentí dándole el celu. —¿Y ahora que hacemos? —Preguntó con una sonrisa.

Qué hermosa que es.

—Ahora.. —Le sonreí. —Vamos a dormir.

Ella me miró mal y se cruzó de brazos.

—No, dormir no. —Dijo quejándose.

—Vamos. —Dije y ella resopló pero por suerte permitió que la cargara.

Subí las escaleras hasta mi habitación y la deposité suavemente en mi cama. Cerré la puerta y la miré.

—¡No quiero dormir! —Se quejó.

Después de esto no le iba a permitir tomar.

Le saqué los zapatos antes de sacarme los míos.

Me dirigí al clóset y saqué una bermuda de pijama.
Me saqué la ropa y me puse éste para irme a dormir.

Me di la vuelta y quedé estático al ver a Melisa sentada en la cama en ropa interior.

—Meli, ¿por qué te...?

Capaz estaba incómoda con esa ropa para dormir. Así que saqué una camisa mía y se la di.

—Ponete ésta. —Dije y acercándome a ella.

—¿No vamos a coger? —Preguntó haciendo puchero. —Es que te sacaste la ropa y creí..

Sonreí. —Estás muy tierna.

—Pero no me querés. —Dijo antes de ponerse la remera.

Yo me acosté y la acosté a mi lado, luego de cubrirnos con la sábana la abracé.

—Estás ebria ahora. —Dije.

—No, solo vos pensás que estoy ebria. —Dijo ella y yo reí. —Es una ilusión.

—Meli, dormite. —Dije y ella negó.

—Cerrá los ojos y cuando los abrás ya no voy a estar ebria. —Dijo y yo negué con la cabeza riendo. —¡Dale, Mateo! No te riás.

—Bueno, bueno. —Dije antes de cerrar los ojos.

Escuché como se levantaba de la cama y abrí los ojos.

—¿Adónde vas? —Pregunté.

Ella se giró a mirarme y se cruzó de brazos.

—No podías abrir los ojos hasta que te dijera. —Se quejó.

Yo me levanté para acostarla conmigo nuevamente.

—Pero ¿a dónde ibas? —Cuestioné.

—A traer una Melisa que no estuviera ebria. —Dijo obvia haciéndome reír de nuevo.

Ella se acomodó en mi pecho mientras me abrazaba.

Suspiré mientras cerraba mis ojos.

—Te amo.. —Dijo ella adormilada.









Por eso no tomen mucho gent deaa

Las amo❣

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora