115

5.4K 379 139
                                    

Melisa

Mateo se fue hace un rato, estuvo un rato más aquí conmigo, dándome besos y abrazándome. Y como lo extrañaba.

Sobre el tema del condón, podría haber tomado una pastilla post day, pero no venden pastillas post day en medio del bosque.

Así que mi última y sagrada opción era rezar.

Lo último que se pierde es la esperanza, dice mi mamá. Esperemos que antes de perder la esperanza pierda al bebé.

¿Bebé? Dios, no hay un bebé. En fin, ni un feto, ni un puto esperma atrapado por un óvulo.

Por favor, diosito.

Me acosté en la cama pero no podía dormir, pensando en lo bien que Mateo me lo había hecho, y en lo lindo que fue.

Estaba muy contenta con haber regresado con él, aunque siempre me consumían un poco los nervios.

Ya fue, no podemos evitar el dolor, ni la muerte, y no puedo evitar tomar decisiones, porque sería como evitar la vida. Porque se trata de arriesgarnos, consecuencias buenas, consecuencias malas, ¿qué más da? Ya estamos aquí.

Mis ojos ya se estaban cerrando cuando escuché un murmuro. Creí que lo estaba imaginando pero no era así.

—Melisa. —Se escuchó más claro que me llamaban.

Me senté en mi cama y desde ahí vi a Lorenzo en la puerta.

Fruncí el ceño.

Él me hizo una seña para que fuera hacia él, pero no estaba muy segura.

—¿Qué querés? —Pregunté en voz baja.

—Vení. No te voy a morder. —Dijo desde ahí, aún.

Me levanté de mi cama y tras ponerme mis sandalias, caminé hasta él.

—¿Qué pasa? —Pregunté algo malhumorada.

—Tengo que hablar con vos. —Dijo serio.

Sin embargo, a diferencia de todas las veces que me hablaba, no había ese “odio” acumulado, que se notaba no solo en sus palabras sino en el tono de su voz e incluso su mirada.

Esta vez no.

—¿De qué? —Fruncí el ceño.

—¿Podemos salir? No quiero que nadie escuche. —Dijo Lorenzo.

Miré hacia atrás y logré notar como una chica se hacía la dormida.

Rodé los ojos.

—Hay muchos chismosos como vos acá. —Dije saliendo de la habitación.

Lorenzo rodó los ojos y caminó a mi lado.

—La hacés corta, eh. —Dije abrazándome a mi misma cuando llegamos atrás de la cabaña, puesto que el viento frío golpeó mi cuerpo.

En seguida me arrepentí de no haber traído campera.

—Se que ya no necesitas ni esperas nada de mi, pero quería decirte que me quiero detener. —Dijo, sorprendiéndome.








¿Qué piensan de la portada?

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora