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Melisa

Subí el volumen y me miré al espejo. Grité antes de saltar en mi cama y comenzar a brincar sobre esta sacudiendo mi cabello de un lado a otro.

Empecé a cantar la letra de la canción a todo volumen mientras trataba de ignorar todos los sentimientos atiborrados en mi corazón.

Toda la semana la había pasado muy mal, una vez más Mateo había faltado al colegio por una semana completa.

Me preocupaba muchas cosas, como por ejemplo, su estado principalmente, esperaba que se sintiera mejor, y aunque Camilo no ha hablado mucho conmigo, me dejó en claro que estaba bien, o al menos mejor.

También me preocupaba que faltara tanto puesto que luego tendría que desatrasarse de apuntes y notas.

Mamá sabe lo que pasó porque siempre le cuento todo, me ayudó un tanto a dejarme de echar la culpa sobre lo de su tía.

Hubiera querido no enterarme desde un principio, puesto a que aunque me duele, no era asunto mío. Habérselo dicho seguía siendo responsabilidad de su tía.

También estuvo viendo series conmigo y, aunque nunca antes había pasado, tomó conmigo, me dejó embriagarme y me soportó en ese estado.

Era inevitable no pensar muchas veces, en que no tener una madre a tu lado debe ser duro. Pero bueno, nunca iba a comprender lo que sentía Mateo, porque imaginarse estar en los zapatos de alguien no es lo mismo que estar en ellos.

—¡Melisa, por Dios!

Escuché a mi mamá a pleno, puesto que había bajado todo el volumen de la música.

—Media hora llamándote y no respondías. —Bufó.

—Ah, es que no escuchaba, viste. —Dije sentándome en la cama.

—Y como vas a escuchar si tenías el equipo a todo volumen. —Se quejó y yo rodé los ojos.

—Ya fue, ya entendí. Lo siento. —Dije poniéndome mis sandalias. —¿Qué pasó?

—Baja a almorzar. —Dijo mi mamá.

—¿Almorzar? No tengo hambre..

—No te pregunté. —Dijo saliendo de la habitación.

Resoplé. —¡Madres!

Bajé las escaleras y caminé a sentarme al comedor para almorzar. Detuve mis pasos de golpe cuando llegué allí y vi a un hombre allí sentado.

Sonreí. —¡Papito hermoso! —Grité antes de abrazarlo por el cuello, desde atrás.

Él giró un poco el cuello desde su puesto y besó mi mejilla.

—Hola, mi vida. —Dijo acariciando mi cabello.

Yo me senté a su lado en la mesa.

—¿Cómo te fue en el trabajo? —Pregunté.

Creo que se los había mencionado antes, pero les recuerdo que mi padre es un hombre demasiado dedicado a su trabajo, por lo que no veía un mejor tema para hablarle que de ése.

—Hablaremos de eso luego. —Dijo con una pequeña sonrisa.

Yo sonreí aunque por dentro me haya sorprendido bastante esa respuesta.

Era la primera vez después de muchísimo tiempo que veía en mi papá algo así.

Fruncí el ceño al sentir mi celular vibrar en mi bolsillo.

Ya nadie hablaba conmigo, pero tenía la esperanza de que al menos Sofía volviera a hablarme, porque sino, me encontraría realmente sola.

“Debemos hablar”.

Fue una sorpresa recibir ese mensaje por parte de Mateo.




3/5

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora