Adulterio

SE ACABO

El matrimonio está todavía en la cama, Guillermo tiene los ojos abiertos mientras acaricia su cabello con suavidad. Admirándola en silencio mientras Olivia duerme profundamente. Observa la hora que es y son las 10 de la mañana, se levanta de a poco para no despertarla y solo se pone unos jeans para luego salir de la habitación para preparar el desayuno.

Olivia ronronea suavemente mientras abraza la almohada y Guillermo camina hacia la cocina. Empieza a preparar un abundante desayuno para los dos, prepara jugo, café y corta un pedazo de pastel. Agarra la bandeja con cuidado y vuelve a la habitación, entra despacio y apoya la bandeja en la mesa de luz.

Su esposa todavía sigue dormida y la abraza suavemente, besando con suavidad su cuello.

–Es hora de despertar, mi amor.

Ella sonríe mientras no quiere abrir los ojos y se mueve antes de abrir los ojos, mirándolo con una sonrisa.

–Buenos días, cariño.

Se besan con suavidad y ella se sienta sobre la cama, acaricia su torso desnudo.

–¿Te duele?

–Para nada, estoy mejor, mi amor. –Se sienta con suavidad y toma su mano. –¿Qué harás hoy?

–Iré a ver a Liliana, seguramente almorzaremos juntas.

Guillermo hace una mueca triste y Olivia se rie entre dientes.

–Serán unas pocas horas cariño, después estaré aquí. Puedes invitar a Sebastián.

–Puede ser. –Habla seriamente y suspira. –Podemos hacer una cena especial o lo que quieras.

Ella lo observa con una sonrisa, todavía no se acostumbra a la nueva faceta de su esposo. ¿Guillermo romántico? Solo lo fue los primeros años del matrimonio y se había acostumbrado a la frialdad que todavía la sorprendía. Aunque le encanto este nuevo cambio, se sentía mucho más segura.

–Me encantaría, podemos cocinar juntos y ver una película mientras cenamos.

–Me gusta la idea. –Besa sus labios antes de ponerse a desayunar.

Más tarde, Olivia sale de la casa y Guillermo busca en una tienda online desde su celular algún collar o pulsera para regalarle. Encontró una especial y la compro para retirarla más tarde.

Cuando está por dejar el celular en la mesa, suena y suspira mientras desliza la pantalla, su rostro cambio al leer el mensaje de Natalia pidiéndole explicaciones y le mando una imagen. Observo la imagen y se trataba de la cena de anoche. Se contiene para no enojarse pero lo único que pudo hacer es agarrar las llaves del auto e ir a la casa de Natalia para terminar todo de una buena vez. En todo el camino no dejo de culparse y sentirse tonto por lo que le hizo a Olivia en estos meses, llego a los 40 minutos y cierra la puerta del auto con fuerza.

Golpea la puerta de la casa y espera a que Natalia le abra. Ella lo hace y se sorprendió verlo en su casa cuando nunca se veían allí por los medios. Natalia quiso besarlo pero Guillermo solamente entra rápidamente, rechazándola.

–Te mande mensajes todo este tiempo, desde el accidente que no podía dejar de preocuparme. –Lo mira y Guillermo la observa con seriedad, haciendo que ella traga saliva. –Encima hoy tuve que desayunar con la noticia que ayer saliste con tu esposa.

–¿Sebastián no te dijo nada?

–¿Decirme que?

–Natalia, vine para poder hablar seriamente. –La rubia empezó a temblar. –Me di cuenta que lo nuestro fue un error... no quiero lastimarte, pero no te amo. A quien no voy a dejar de amar es a mi esposa.

–¿Cómo?

–Lo siento. –Suspira. –Pero no quiero lastimar más a mi esposa, después del accidente me di cuenta que no la quiero perder.

Ella se rio descaradamente por lo que escucho.

–¿No quieres lastimarla? Hace meses que lo haces. ¿Qué paso? Me decías que no la amabas y ahora si. –Divertida. –¿Qué crees que tu esposa no se va a dar cuenta que antes amabas a otra?

–A ti nunca te ame. Fue una tontería que hice y ahora le estoy haciendo frente.

–Solamente me amaras a mí. –Dice mientras se acerca y el da un paso hacia atrás.

–Lo que había entre nosotros, se acabo Natalia. No podre amar a nadie que no sea Olivia.

Después de eso, Guillermo se va de la casa y ella se queda helada, sumergida en la furia que está conteniendo y grita furiosa. Odiando a Olivia con todas sus fuerzas.