PELEADOS

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Llego el miércoles y tiene 3 entrevistas para el taller, una de ellas es con Mateo y con dos niños. Ella guardo una carpeta en un bolso y le sonríe a Guillermo.

–¿Vas a ver a Sebastián?

Hubo un momento de silencio y ella entrecierra el ceño.

–¿Dije algo que no debía?

Su marido suspira y niega tranquilamente.

–Estamos peleados, no quise decir nada para que no te preocuparas.

–¿Qué paso?

–Me di cuenta que los dos tenemos distintos significados de amistad. –Dice seriamente. –Pero ya está, no le daré más vueltas a eso y pensé que a la noche podríamos ir al cine. –Sonríe mientras la mira. –No quiero que te preocupes por algo que paso, solo quiero que tengamos una linda noche después de todo tu trabajo.

–Esta bien amor, solo no quiero que estes así.

–Estoy bien. –Dice sincero. –Me siento mucho más tranquilo. –Besa sus labios. –Te deseo mucha suerte amor, más tarde nos espera una linda noche. Te amo. –La mira con amor.

–Yo más te amo.

Se dan otro beso y Olivia sale de la casa, a pesar que su marido está más tranquilo no puede evitar preocuparse, hace tantos años que los tres son amigos que quiere saber que paso, ¿Por qué se pelearon? No quiere ser una entrometida, pero algo tiene que hacer para arreglar las cosas. ¿Qué tan grave fue? Eso tendría que averiguarlo para saber la gravedad del asunto.

Entro al auto luego de dejar el bolso en el asiento del acompañante, se pone el cinturón de seguridad y pone el coche en marcha.

Maneja hasta su taller y una vez que llega, espera a su asistente. Las dos llegaron temprano por lo que Olivia se sintió ansiosa de que llegara el momento de las entrevistas. El primero fue acompañado por su madre, la niña tiene tan solo 13 años y está le mostro una carpeta de dibujos, la niña no tiene ninguna formación, solo lo hacia como un hobbie. Olivia observa a la castaña con una sonrisa para que ella no se sintiera nerviosa.

–Entonces nos vemos el martes Antonella a las 4 de la tarde, ¿les parece?

–Claro que sí, señora Castro. –Dice su madre.

Las dos se van y se tomaron un tiempo para almorzar, todavía no llego el joven para la siguiente entrevista y llego para después de las 13.30.

La entrevista fue rápida y antes de que se vaya madre e hijo, Olivia le dio toda la información para el martes. Los dos se retiraron y afuera está Mateo, sintiéndose nervioso. Pudo entrar apenas lo llamaron y los ojos azules se chocaron con los verdes del joven. Mateo entra y cierra la puerta, saludo a ambas, pero su mirada está en Olivia. Ella le sonríe y Mateo traga saliva antes de sonreírle.

–¿Cómo estás Mateo?

–Me siento muy bien, aunque un poco nervioso.

Ella se ríe y niega suavemente.

–No tienes nada que temer Mateo, nadie te va a retar. –Dice animada.

Al principio, las dos le piden sus datos de teléfono, donde estudia y donde pueden encontrarlo.

–¿Vives con tu tía?

–Algunas veces la visito, sino vivo en un departamento cerca de la avenida Santa Fe.

–¿Con sus padres?

–Mis padres fallecieron en un accidente, pensé que lo sabia.

Ella lo miro sorprendida y tardo un poco en responder.

–No lo sabia... lo siento mucho Mateo.

–No se preocupe señora Castro. –Sonríe un poco.

Olivia se sintió mal al preguntar sobre sus padres y suspiro suavemente, prosiguió con las preguntas. La entrevista termino y cuando el joven se puso de pie, Olivia se puso de pie para detenerlo.

–Solo hay una cosa más. –Agarra su brazo suavemente.

–¿Sí? –Su cabeza dejo de pensar cuando siente su mano apretando suavemente su brazo.

–Es que quería pedirte algo, en el taller para los más jóvenes necesitare un ayudante y quería pedirte que seas mi ayudante. Obvio que te voy a pagar.

Mateo se quedo mirándola sorprendido y niega enérgicamente. ¿Cómo iba a cobrarle a la mujer que más admira sobre el planeta? Tendría que estar loco.

–Claro que no, la ayudare sin pedirle un peso. En serio señora Castro, esto que me está diciendo es una oportunidad que la tomare completamente gratis, el dinero no me importa.

–Seguiras estudiando conmigo, pero también necesitare tu ayuda los martes y los jueves, tu estudias a los lunes.

–Me parece muy bien. –Sonrie feliz.

Besa su mejilla, sintiendo su mejilla suave y su aroma a frutilla, se despide con una sonrisa en su rostro y se retira del taller.

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