PERDON

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Olivia despertó y se estiro antes de abrir los ojos, cuando lo hace Guillermo la está mirando con atención. El intento enderezarse, pero sintió un profundo dolor en sus costillas.

–No te muevas. –Ella se mueve hacia el lugar libre de la cama.

Su esposo agarra la mano de Olivia y la acaricia con suavidad.

–Tuviste un accidente. –Ella traga saliva.

–Lo se, cruce en rojo para llegar a tiempo a tu exposición. –Baja la cabeza. –Mi jefe me dio mucho trabajo y me olvide tu exposición, lo recordé apenas termine y ya se hacía tarde.

Su esposa suspira suavemente y niega con la cabeza.

–No lo hubieras hecho.

–No quería defraudarte.

Olivia no hizo una mueca, hace meses que sentía ese sentimiento, pero no iba a culparlo, más en un momento así.

–Perdóname.

–No hay nada que perdonar.

Los ojos de Guillermo se cubren de lagrimas y cierra los ojos para evitar que ellas se desparramen. Claro que hay mucho que perdonar, ¿Cómo perdonara haberla dejado de lado? ¿Cómo lo perdonara haberla engañado? Apretó su mano con fuerza y ella lo observa con atención.

–El accidente lo habrá puesto así, supongo. –Piensa y suelta su mano del agarre de su esposo, la lleva a su mejilla. –Solo fue un susto, te recuperaras. –Sonríe un poco y Guillermo cerro los ojos al sentir su mano cálida en su mejilla, abre los ojos enseguida cuando ella deja de tocarlo y vuelve a la silla.

–¿Tienes hambre?

–Un poco, deberías comer algo tu también. Estoy seguro que no comiste nada.

–No te preocupes por mi Guillermo, el convaleciente eres tú. –Se pone de pie. –Buscare a la enfermera para preguntarle por el desayuno, enseguida regreso.

Asiente mientras la observa y siente un vacío en el pecho cuando ella sale del cuarto. Hace tanto que le daba lo mismo como Olivia lo ignoraba y ahora siente como si su corazón se desgarra.

–¿Por qué tuve que ser tan tonto para saber que te amo? –Piensa.

La indiferencia de su esposa lo hizo caer en la realidad, le hizo dar cuenta de todo el daño que le había hecho.

Olivia regresa con la enfermera y su esposa arrastro la mesa para que la enfermera pusiera la bandeja allí.

–Gracias señorita. –Olivia sonríe un poco mientras la enfermera se va. –Espero que te guste lo que hay.

En la bandeja hay mate cocido, unas tostadas con un poco de manteca. Guillermo la observa y asiente despacio.

–Quisiera que comieras algo. –Sonó casi como un ruego.

–Después comeré algo, ahora come. –Su voz es seria y Guillermo se rindió.

Su esposo se devoro el desayuno y termino con el mate cocido, Olivia corre la mesa y la puerta se abre para dejar pasar al amigo de Guillermo.

–Buenos días. –Sebastián observa al matrimonio y ellos lo saludan. –Te ves un poco cansada Olivia, ¿Por qué no vas a tu casa a descansar un poco y darte una ducha?

Guillermo mira asustado a su esposa, no quiere estar solo.

–¿Te quedaras con él?

–Hasta que regreses, ve tranquila.

Olivia asiente, en ese entonces Guillermo quiere moverse.

–No quiero que te vayas. –Ruega.

Sebastián arquea una ceja casi sorprendido por el tono de voz de su amigo y Olivia se acerca a su esposo.

–Volveré.

Ella se inclina para besarlo y ahí es cuando el deseo sentir sus labios, pero Olivia le dio un beso en la frente.

–Volveré. –Repite antes de irse. –Aparte te quedaras con tu amigo.

Sintió un nudo en el estomago cuando la vio partir, se queda pensando mientras sus ojos no miran a nada.

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