Los días con mi instructor, o más bien las horas con él, son muy agradables.
Él es muy bueno conmigo además de muy astuto. Más de una vez ha engañado a mamá y sin sufrir consecuencias, no le teme y no permite que sus palabras hirientes le afecten en absoluto.
Me gustan las horas en las que conversamos, él me hace sentir como a su igual, estando con él puedo decir todo lo que quiero o casi todo, omito los secretos de mi prima con respecto a sus liadas, estoy segura que él sabría explicármelo mejor. Él escucha todo lo que digo y siento, y me gusta que lo haga.
Mi instructor tiene lo que a todos aquí carecen, no sé lo que es exactamente, solo sé que es más valioso que lo que ellos jamás me han dado.
Un buen día de instrucción, me animo y pregunto por el caballo purasangre y por qué no tiene nombre.
— La verdad es porque no soy bueno poniendo nombres— confiesa y yo me quedo mirando al animal con un nombre en mi mente, pero no me atrevo a decirlo en voz alta—, tal vez pueda dejar esa tarea a alguien especial— yo quiero ser esa persona especial, pienso con una ilusión que se desvanece cual cometa porque sé que no soy nada más que una alumna.
Quisiera ser especial. Debe sentirse hermoso serlo.
Al dormir la imagen de mi instructor viene a mi memoria, antes intentaba borrarla, pero ya no. ¿Por qué su rostro invade mis pensamientos? ¿Por qué me gusta estar cerca de él? ¿Por qué espero con ansias su llegada? ¿Por qué duelen las horas en las que él no está?
No sé las respuestas a mis preguntas, solo sé que a su lado mi pequeño corazón se siente libre, no entiendo por qué, pero él me hace sentir especial.
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Dueña de mi Libertad
Historical Fiction"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...