A APURARNOS

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Amelia viene a visitarme con sus gemelas, les gusta hacer de hermanas mayores para mi pequeño Matthew. Mi hinchado vientre hace que me siente muy seguido y calculo que mi niño pronto saldrá pues ha dejado de inquietarse tanto y de seguro se alista para salir.

— Quizá hoy, quizá mañana— respondo a la pregunta de Amelia, me toca el vientre y coincide conmigo.

— Si deseas, puedo quedarme esta noche, creo que nacerá.

— Tengo un pequeño dolorcito— confieso—, pero quizá no sea nada.

— Mejor me quedo hasta que regrese tu esposo de su trabajo— sugiere de buena fe y yo le agradezco—, hablando de eso, mi esposo también salió del anterior, mejor dicho, por fin salió— niega con la cabeza—; ha dejado que lo exploten un año más, si yo no me ponía fuerte y firme, seguro él seguiría allí dejando que pisoteen su esfuerzo.

— Louis salió por eso mismo— digo yo—, el dinero no nos alcanzaba y salió en buena hora, pudimos ahorrar algo, pero con este niño más— toco mi vientre— no será posible.

— Casi dos años de diferencia es bueno— me anima Amelia—, tu cuerpo se repone, tus fuerzas también y lo mejor es que no hay tanta distancia entre los pequeños— mira a sus niñas jugando con el mío—, su hermana mayor les lleva seis años y se enfada muchísimo si toman sus cosas sin permiso.

— Me gusta tu familia— le digo y me siento de nuevo, este niño me hace sentar cada dos por tres, Amelia me imita.

— Gracias, pero son tan bulliciosos que prefiero estar fuera de casa— ríe.

— No, son lindos, juegan todos juntos.

— Menos la mayor, ella está en otra etapa de su vida, a veces ni yo la entiendo, solo me armo de valor y escucho lo que trata de ocultar. Los hijos son todos tan distintos, ella es con quien más atención debo poner— me mira—. Joane— dice y su rostro está medio preocupado—, creo que debes tenderte en la cama, te veo cansada.

— Creo que mi niño me está diciendo que es hora— digo no pudiendo quedarme más tiempo en silencio—, pensé que se calmaría— Amelia me extiende su mano— porque desde anteayer está que me incomoda— Amelia me lleva adentro—. Louis no vendrá hasta unas horas más.

— Si dices que es desde anteayer puede que tu esposo sí alcance a llegar— me ayuda a recostarme—, aunque también sería bonito que llegue y se dé con la sorpresa que es padre de dos.

Me quedo recostada por unos minutos y nada, parece que mi bebé ha vuelto a cambiar de opinión. Me siento— está así de caprichoso— digo—, seguro que le gusta molestarme.

Amelia piensa un poco— hay que apurarlo— decide—. Te dije que las gemelas me hicieron sufrir un montón— incluso me lo contó a detalle—, mi madre recordó un viejo secreto y me preparó algo especial que hizo su salida más rápida— lo había olvidado—, la voy a preparar para ti, la recuerdo muy bien— se va a la cocina y oigo que enciende el fuego, camina por todo lado y remueve algo—. Quédate en cama— dice al verme a su lado.

— El dolor se fue— digo con tranquilidad—, tal vez no regrese hasta más tarde.

— Ya verás que con esto se apura— dice ella alegremente.

— ¿No le hará daño a mi bebé?— pregunto al recibir el vaso con lo que ha preparado.

— Solo le dará el empujón que necesita— me lleva a la cama de nuevo—, por lo menos siéntate— le hago caso y bebo. Es curioso, creía que lo que me dio tendría un sabor extraño, pero no, es agradable y me lo acabo rápido—. A esperar que haga efecto— dice contenta y se sienta a mi lado.

Al parecer Amelia tuvo razón, al cabo de veinte minutos mi bebé comienza a inquietarse dentro mío y siento como intenta liberarse de mí— es efectivo— digo sorprendida a una Amelia muy satisfecha consigo misma—, ahí viene otro— y sola, me echo en mi cama.

— Diré a las gemelas que vayan por Louis— dice—, ya debe ser hora de que vuelva, hay que apurarlo también— va donde sus pequeñas y regresa con mi hijo, lo pone tras su corral, le lleva juguetes y regresa conmigo—, no te preocupes por él— dice por mi niño—, iré a verlo cada tanto.

— Se inquietará— siento otra contracción más fuerte y larga—, creo que no debimos apurarlo tanto— digo con dolor.

—Te irá bien— me tranquiliza—, el primero siempre es el que más cuesta— y se alista para poner manos a la obra.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora