NUESTROS HIJOS

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Matthew es nuestro hijo mayor y se parece a mí, ha cumplido siete hace unos días y es un niño bastante inteligente y maduro, se hace cargo de sus hermanos y casi no pelea con Erick. Ya aprendió a escribir y leer, las matemáticas las domina a medias y he tratado de enseñarle geografía, pero su padre piensa que no le será nada útil en la vida, yo no lo creo así. Su padre le ha enseñado a cabalgar y creo que es bueno en eso, solo que lo veo muy pequeño para subir a un caballo. Matthew es quien más me ayuda, aunque yo no se lo exijo tanto, quiero que disfrute su niñez a tope.

Erick, mi segundo hijo, se parece a su padre, ya puedo verlo de adulto porque es increíble el parecido que le tiene a Louis. Tiene cinco, y es todo un travieso a diferencia de su hermano mayor que es más calmado, Erick habla como loro, le gusta hablar y solo se calla cuando me invento historias fantásticas que se las cuento y que a su padre tampoco le agrada ¿De qué le servirá saber de dragones, duendes u otras tonterías? me dice cuando termino de contárselas, pero no le hago caso, yo creo que es importante que un niño imagine con libertad.

Joy es una dulce compañía, es dulce en verdad, tiene tres y es purita dulzura, su padre la engríe demasiado y a mí me duele ser la que pone mano dura con ella, Louis debería entenderlo, pero si ninguno lo hace no crecerá bien. Joy puede llevar una conversación, pero de las pequeñas y que tienen que ver con juegos, no se porta mal, en realidad es una buena niña, es una dulzura de niña. En una terrible ocasión se fue calladita hasta el pozo, reconozco que fue mi culpa, debía haberme dado cuenta, pero no lo hice de inmediato sino cuando la vi trepada a su borde; me di el mayor susto de mi vida y la bajé con brusquedad y tuve que darle una fuerte palmada en sus nalguitas. Louis me encontró llorando en un rincón por haberle hecho llorar a la pequeña, me consoló y me trajo a mi nenita que ya lo había olvidado y me dio un abrazo con sus manitas para consolarme "mamita no llora" me dijo y me rompió el corazón por haberle levantado la mano. Yo aprendí la lección mejor que ella e hice poner un mejor seguro al pozo para que sea difícil para la nena treparse.

Por último está Lewis, de un año— ¿Qué tienes con mis dos nombres?— me dijo Louis al escuchar el nombre que le puse.

— No es el mismo— le dije yo—, se escriben distinto— y él se rio.

Lewis tiene un poco de ambos y es el más bullicioso, aunque ahora no tanto, pero cuando estaba más pequeño hacía despertar a todos sus hermanos a medianoche, y era un lío porque Joy todavía estaba pequeña y se ponía a llorar con su hermanito, y el perro ladraba por la confusión de dentro; era una especie de concurso de quien hacía más ruido y nos ponía de cabeza a todos.

Cuando vamos a la ciudad ya no tengo muchas dificultades porque Matthew sostiene a su hermanito menor en brazos y Joy se sienta a su lado, atrás en la carreta; y Erick va conmigo adelante porque como es el más inquieto me es más sencillo controlarlo. El perro se queda en casa.

Por cierto, los caballos los alquilamos a un hombre que los trata bien, se los lleva todas las mañanas y es Louis quién los regresa después del trabajo. Los sábados están a nuestra completa disposición y es el día que vamos todos en la carreta a la ciudad, menos Louis que ya está allá y solo trabaja hasta el mediodía. Yo conduzco.

Louis viene a almorzar todos los días luego se va y regresa antes que se ponga el sol, es bueno porque así los niños lo ven seguido y pasan tiempo con él.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora