Mi frío prometido se va y yo me quedo en mi lugar sin saber qué pensar, pero sí sé qué hacer: subir a mi habitación a llorar un rato, y lo hago.
Cuando salgo, Miranda me nota primera y no dice nada, me limpia con cariño y me ayuda para que mis mejillas dejen de estar rojas y mis ojos también— su señora madre le manda a bajar— me dice—, se la ve contenta, ni se dará cuenta que ha llorado.
Bajo a la sala y descubro que Miranda tiene razón, mamá está de buen humor.
— Tu instructor espera afuera— me dice—, puedes estar por hora y media— y yo salgo sin poder creer lo que acabo de escuchar—, si demoras en alistarte tendrás menos tiempo de clases— y apresuro mis pasos.
Diez minutos después, bajo y apenas y saludo a mi instructor.
Toda la rutina de ayer se repite y montada en el bonito caballo parto a galope y casi ni me detengo a la señal de mi instructor.
— ¿Qué te pasó?— me pregunta y por un segundo lo odio con todas mis fuerzas, si no me habría dejado envolver por el momento, hoy habría sido mi primer beso y lo hubiera disfrutado. No le respondo y parto al siguiente punto sin mirarlo, él me alcanza y me mira con diversión— te ha besado ¿cierto?— y yo desvío el rostro de él, baja de su caballo y espera que lo imite, insiste un poco y yo cedo—. No me odies a mí, ódialo a él, no es mi culpa que no te sepa besar— me dice y yo lo miro con furia, es la primera vez que lo hago—, de acuerdo— dice— ¿quieres borrar el desastre que hizo?— y mi corazón palpita con fuerza— si lo quieres debes decirlo.
— Si quiero— digo de inmediato y me besa, qué bien me besa, mi cuerpo se estremece y mis ojos se cierran ¡Este sí es un beso! todo recuerdo amargo se desvanece y me encuentro con un dulce beso que me deja un buen sabor en los labios.
— ¿Qué te pareció?— me pregunta en un susurro, así es como debe terminar, no hay frialdad ni sentimiento de orgullo, solo alguien que ha disfrutado de mis labios como yo de los suyos.
Y mi mundo se derrumba de nuevo y comienzo a llorar— ahora qué haré cuando él me bese— me quejo—, no me gustará y no podré fingir que sí— y me siento en el suelo o eso intento porque mi instructor me detiene en medio camino.
— ¿Estás loca?— me enoja— tu madre nos matará si tienes una mancha de tierra— es la primera vez que lo veo algo enojado, se da cuenta que me ha impresionado y cambia su expresión—. Vamos al siguiente punto o los otros comenzarán a sospechar— y partimos como si nada.
En el nuevo punto él baja primero y me ayuda a bajar, me envuelve en sus brazos y me besa tan de improvisto que me saca un suspiro— por qué te preocupas— me susurra luego con sus labios acariciando los míos— cada vez que te bese lo borramos de esta forma— me besa de nuevo y yo suspiro encantada— ¿Qué opinas?
— Sí— acepto sin dudar.
Llego a casa con una sonrisa bien oculta que nadie nota, estoy contenta. Subo a mi habitación y me tumbo en mi cama, sé que solo cuento con unos minutos antes que se me pida bajar para volverme de nuevo la señorita de sociedad que mamá quiere, así que me hundo en mi bello recuerdo de sentirme especial.
No tengo idea de si me estoy metiendo en algo turbio, algo de donde no podré salir bien parada, algo como un arma de dos filos.
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Dueña de mi Libertad
Ficción histórica"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...