SOLUCIONES PARA EL DESCUIDO

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Y lo mejor de terminar este día es en la cama con los brazos de mi esposo rodeando, todo lo que puede, mi cintura. Siento un beso en mi espalda y una caricia a mi abultado vientre que me hacen sentir querida y suficiente para él.

— ¿Sabes que esperaba este día?— está tan despierto como yo— la vez anterior era tan seguido que ahora se me hacía extraño.

— Es que en esta ocasión tú estás recuperándote— digo y pongo mi mano sobre la que tiene en mi vientre—, no quería molestarte.

— Ahora ya sabes que puedes molestarme— pone su palma contra la mía y la aprieta suavemente— y eso que la indicación del doctor era que coma puras cosas mustias.

— A mí sí se me antojaba— la noche es hermosa y la temperatura es agradable.

— Siempre que estás embarazada se te antoja todo— y respira pesadamente.

— ¿Te estás durmiendo?— me volteo a verlo.

— Estoy recuperando el aliento por si me pides hacerte feliz otra vez— besa mi mejilla.

— Ya soy feliz— me acomodo sobre mi espalda, será por poco tiempo porque este bebé me hace cansar si no estoy de costado.

— Entonces más feliz— y acaricia mi vientre de nuevo.

— ¿Qué quieres que sea?— me pone una almohada bajo la cabeza— ¿niño o niña?

— Niño o niña estaría bien— se acomoda sobre un brazo a modo de almohada—, si es niña serán tres contra tres.

— ¿Y si es niño?

— Pues cuatro contra dos— sonríe y lo imito.

— Será el último ¿verdad?— le pregunto después de un rato en silencio.

— Erick era el último— dice y no puedo negarlo.

—Pero vino Joy— hago saber.

— Y para ser la última, pero vino Lewis a quitarle el lugar y nos mantuvimos invictos por casi cuatro años.

— Pero Clarice es una ternura— está de más que lo diga.

— Y nos quitó la racha, la mantuvimos algún tiempo hasta que llegó este pequeño— juguetea en mi vientre—, ahora debemos buscar una solución porque a este paso tendremos hijos hasta los cincuenta.

— ¿Me pregunto qué hacía mi prima para no quedar embarazada?— desde que quedé embarazada de Erick me surgió esta duda.

— A tu prima alocada no se te ocurra preguntarle nada— me dan ganas de reír—, ni quiero que sigas ninguno de sus consejos alocados.

— Pues debemos hacer algo si queremos mantener a este pequeño como el último, otro descuido más y serán siete.

— ¿Cómo hiciste para durar tanto después de Lewis?

Me vuelvo a acomodar y me pongo cara a Louis— mantuve su lactancia por un poco más de tiempo— le digo y él lo recuerda con un "ah"— y Amelia me dio un consejo— susurro—, no quiero que pienses mal de ella, me sirvió bastante, pero era muy incómodo y no continúe.

— Y por eso mantuviste el pecho a Eleonor— comprende.

— Pero debía quitárselo en un momento y aquí estamos otra vez.

— ¿Y tu madre?

— Después de mí, no estuvo con papá— susurro aún más bajo.

— Entonces queda descartado— y yo me río de su expresión—, busca una solución, tú eres la que lleva al bebé.

— Y tú eres el padre.

— Claro que sí— afirma y me acerca todo lo que se puede a él, mi vientre no nos deja acercarnos tanto—, cada hijo tiene algo de mí, hasta Matthew y Joy que no se me parecen físicamente.

— Matthew tiene el mismo carácter que tú— él asiente—, de Erick no hay que buscar nada, solo que no tiene tu carácter— asiente con resignación—, Joy es como yo, pero...

— Tiene mi mismo color de pelo— completa él ocultando la gracia que le hace esto— y nada más— siempre lo mismo.

— Erick no se parece en nada a mí y yo no me quejo— así seguimos siempre estas conversaciones.

— Pasemos a Lewis— no tiene ganas de seguir nuestro juego porque sea cual sea la dirección que tome siempre pierde.

— Él es mitad y mitad— siempre lo decimos y es porque así es él, tiene un poco de Louis y un poco de mí.

— Y Clarice sí es como yo— festeja.

— Está pequeña, aún no puede saberse.

— Se parece a mí— insiste él.

— Yo veo el color de mis ojos en ella, también su color de piel es como la mía y su pelo.

— Te cedo eso— intenta abrazarme y no lo logra—.Date vuelta, este niño no nos deja estar abrazados— sonrío y seguimos conversando y conversando, y nos hemos olvidado de nuestro punto más importante o por lo menos él lo ha olvidado.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora