— Ni loco vuelvo a negarme de nuevo— dice después de hacerme feliz—, con lo mucho que me costaba convencerte y ahora lo obtengo tan fácil.
— Estabas cansado— mi mente está despejada y puedo pensar con claridad.
— No para esto— me dice y me besa en la frente—, no soy de hierro, no contigo.
— ¿No te es cansado?— pregunto con otra intención y él me entiende.
— ¿De ti? Jamás estaría cansado de ti— y yo sonrío muy contenta mientras siento sus caricias por mi vientre desnudo.
Y qué bueno que dijo eso porque mi deseo parece ir en aumento.
Mi vientre se va viendo más y más grande, según al viejo consejo de una gran amiga, no me pongo nada ajustado o pesado y camino por casa con un par de vestidos bien sueltos.
— Al menos vístete con estos— me dijo mamá cuando me vio de vuelta con mis viejos y cómodos vestidos, me alcanzó unos vestidos que de seguro eran de ella—. Hoy vendrá la modista y los ajustará para ti— de vuelta a mi mente viene la intriga de qué fue lo que le pasó a mamá, pero de nuevo el pensamiento de no saber se apodera de mí.
Y ahora mi enorme vientre anuncia a todos que pronto el bebé estará con nosotros.
— Mamá— me dice Joy mirando mi vientre que me impide estar parada por mucho tiempo— ¿tendrás una niña?
— No lo sé— le respondo—, una niña está bien por mí porque así tendrás alguien con quien jugar— sé adónde va su pregunta, pero no la presiono en decirme su temor.
— No quiero que tengas una niña— se sienta a mi lado y se apoya en mí—, te alejará de mí.
A mi Joy los cambios le son difíciles, muy difíciles— mira a tus hermanos mayores— le digo con paciencia— no me alejé de ninguno por tener a otro.
— No tengas una niña— me pide mi dulzura, mamá llega y eso hace que Joy salte de mi lado y corra ya no en dirección contraria sino directo a su abuela.
— ¡Qué grande estás!— le dice mamá al verla a su lado— ¿Cómo está tu mamá?
— Abuela— le pide un poco llorosa, eso lo sacó de mí—, dile a mi mami que no tenga una niña— y deja escapar su lagrimita.
Mamá la levanta, debe costarle porque Joy tiene siete, y la trae hasta donde estoy yo— no parece una niña— dice sentándose al frente mío, pone a Joy en sus piernas y mira mi vientre—, no creo que debamos preocuparnos.
— ¿En serio?
— Pero a veces una se equivoca...
— No una niña— protesta.
— Joy— estiro mis brazos y mi dulzura viene corriendo a mí—, eso no podemos cambiarlo— se apoya en mi pecho—; una niña como tú será para ti de gran ayuda, por ejemplo te ayudará a madurar, a dejar de pensar solo en ti— ella niega con obstinación—, además podrás invitarla al té cuando tus amigas no puedan venir.
— Estará pequeña para el té— me dice, pero comienzo a escuchar un cambio en su voz—, derramará todo.
— Le enseñarás a no hacerlo— le digo y ella se pone a pensar en sus nuevas opciones de hermana mayor.
— ¿Y también le puedo llevar conmigo a la merienda?— como sus hermanos tienen amigos propios, hacen entre ellos un grupo y la dejan sola con sus amigas que no la toman tan en serio por ser la más pequeña.
— Cuando crezca un poquito.
— Bueno— acepta con el mismo tono de voz usado por su padre al rendirse. Joy se baja de mi lado y regresa con su abuela—, tú me seguirás queriendo ¿verdad abuelita?
— Por supuesto— y la abraza con gusto.
— ¿Y cuándo saldrá?— pregunta Joy con más curiosidad y sonrío contenta de que mi pequeña dulzura esté madurando aunque sea solo un poquito.
Y como si estuviera oyendo la voz de su hermana, mi bebé comienza a darme problemas esa misma semana, pero igual que con mi segundo hijo, toma su tiempo en salir.
— Haré que el doctor regrese— me dice mamá al segundo día de las molestias.
— De acuerdo— acepto—, pero primero pediré a Miranda que me prepare algo de beber— desde el tercer mes había una voz en mí que decía que este bebé demoraría como Erick en nacer y por eso tengo la carta de Amelia que, entre muchas otras anécdotas, me mandó la receta de aquella vez.
Mamá me mira estudiándome, pero no dice nada y va por un sirviente para decirle que alcance al doctor que acaba de irse como hace media hora y lo traiga de vuelta.
El tiempo es bueno, tomaré mi infusión y cuando el doctor esté aquí, yo estaré lista para traer a este problemático bebé. Me acaricio el vientre, Louis también estará por llegar.
Infusión tomada y todo listo para la hora del parto, mamá no deja de mirarme con desconfianza, pero se nota que prefiere tragarse el reproche para cuando mi labor termine.
Louis llega primero y justo a tiempo porque los dolores vienen más fuertes y él me ayuda a subir a mi gran habitación. Casi media hora después llega el doctor, como para decir que ha ayudado porque mi bebé estaba casi afuera de mí.
— Joy estará contenta— digo con mi bebé en brazos a Louis a mi lado—, se hubiera decepcionado si resultaba niño.
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Dueña de mi Libertad
Fiksi Sejarah"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...