La sangre se me enfría, conozco la voz, la conozco muy bien, no la he escuchado por años y jamás pensé volver a escucharla, y menos aquí.
Me volteo y veo a quién me habló ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Por qué no escuché ningún sonido de caballos? ¿Vino caminando?
Un escalofrío recorre mi cuerpo y me pongo alerta, miro alrededor y trato de localizar caballos y sus jinetes, pero no, no hay nadie más que la persona frente a mí.
— ¿Qué haces aquí?— pregunto recuperando todo mi dominio.
— ¿Ya perdiste tus modales?— me pregunta ignorando la mía, como siempre— ¿No vas a invitarme a sentar?— ¿ya me está dando órdenes?— ¿Así tratas a tus visitas? ¿No saludarás siquiera a tu madre?
No me asusto, ya no. Ella no me causa miedo, ese miedo que influía tanto en mí y que me impedía ser libre. No sé qué busca, o tal vez sí, pero prefiero acabar todo cuanto antes.
— A usted no le gusta este tipo de lugares— respondo—, pero si desea puede sentarse ahí— señalo dentro de mi salón de clases.
Ella no se mueve, claro que no lo hará, todo aquí está por debajo de su clase, estoy a punto de darle la espalda cuando veo que me hace caso y no busca un lugar donde sentarse sino que lo hace en el primer lugar libre que encuentra. Me siento obligada a ir hasta allí, pero primero agudizo el oído para saber que los niños están bien, doy una última mirada para ver que no estoy en una trampa y voy dónde está mi madre, pero me detengo— ¿desea agua?— pienso rápido y tampoco quiero que piense que me he vuelto "salvaje".
— Sería muy amable de tu parte— algo anda mal, algo no me gusta. Entro a casa muy rápido y miro por la ventana a mis hijos jugando felices, no hay nadie con ellos, solo los tres, me acerco a mi bebé y sigue durmiendo tranquilo. Pero mis señales de alerta no se duermen, conozco a mi madre, sé que algo trama.
— Gracias— dice cuando le doy el vaso y me confunde más cuando de pronto se pone a llorar.
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Dueña de mi Libertad
Ficción histórica"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...