DEBO SER FUERTE

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¿A quién echar la culpa si no a mí? Pobre tonta, tonta, muy tonta.

La que está mal no soy yo y aun así me enviaron a mi habitación, Miranda se queda a mi lado y vigila que no me levante.

— ¿Llegó el doctor?— le pregunto poniendo todo de mí para no llorar.

— Ya viene— me responde y nada más.

— ¿Cómo está?— solo lo vi llegar y, cuando recobré el conocimiento y el dominio de mí misma, estaba aquí. Miranda no responde rápido y eso me dice todo.

Me debo levantar, la enferma no soy yo. Miranda viene a mi lado y sé que es para impedir que salga.

— No— digo muy claro y Miranda se detiene allí donde está.

Salgo de la cama y de la habitación principal, veo a un sirviente y le ordeno que ayude a Miranda a arreglar mi habitación.

Mi esposo no va a estar en una simple habitación de invitados, él es el señor de ésta casa y recibirá trato como tal.

— ¿Dónde está el doctor?— pregunto a otro sirviente que niega al desconocer la información— ¡vayan a apurarlo!— y se va corriendo. Mis niños caminan fuera de la habitación donde intuyo está su padre— Miranda— ella vino detrás mío—, llévalos a cenar y luego a la cama— todos me miran en silencio y obedecen la orden.

En unos minutos, Louis es trasladado a la habitación que le corresponde y yo espero al doctor que al fin llegó.

Me trago la reprimenda que le voy a dar, mi esposo es más importante y debe ser atendido, pero una vez salga, el doctor me va a conocer. Ya estoy harta que seamos tratados como menos, merecemos respeto, Louis merece respeto y yo lo haré respetar.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora