UNA DULCE MARCA

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Louis tuvo razón, luego de la primera vez, todo es mejor.

Me recuesto sobre él y dejo que me bese. Los rayos del sol entran a raudales y caen sobre mi espalda desnuda. Louis me acaricia y me invita a dormir.

— Debo ir a cocinar— digo yo.

— ¿Necesitamos alimentos?— se queja él— yo creo que esto es más importante.

— Yo tengo hambre.

— Yo quiero que estés desnuda sobre mí— me abraza—, deberíamos hacerlo más seguido.

Le sonrío— a veces llegas cansado, no podría pedirte que sea cada que quiero.

— Entonces sí quieres hacerlo más seguido— juega sobre mi piel—, debo ser bueno en esto.

Me remuevo a un lado y con cuidado me separo de él, me pongo en pie, él me mira con atención, he dejado de tener vergüenza de que me vea desnuda; he estado así tantas veces en sus brazos que me parece normal, pero sigo sonrojándome sin querer cuando, como ahora, él mira mi cuerpo con atención— no me mires así— lo regaño con dulzura— ya lo hemos hecho.

— Es que tu cuerpo también es muy hermoso— responde, yo comienzo a vestirme—, justo el lugar que cubres es donde tienes una marca de nacimiento— no le hago caso y sigo vistiéndome—, ahí tienes un lunar— sonrío— y ahí tienes una marca de mis labios.

— De razón me duele— digo y termino de vestirme, me miro en el espejo y sí, veo la marca que me ha hecho—. Está en un lugar visible— me quejo—, no puedo salir hoy o verán lo que has hecho.

— Para mañana se pondrá más oscuro— bromea él y le lanzo una manta a la cara que no esquiva por puro juego.

— ¿Y ahora qué hago? La gente me mirará raro— meveo otra vez en el espejo y tapo con mi mano la marca de sus labios.

— La gente sabrá que eres una mujer casada bien atendida por su esposo— dice él sentándose en la cama, yo lo miro con mala cara y él se ríe—, es verdad— se defiende—, no puedes negarlo.

— No vuelvas a hacerlo en un lugar visible— le advierto—, no quiero que la gente piense mal de mí— voy a buscar algún vestido, no es que tenga muchos, que pueda tapar mejor la marca y no encuentro ninguno.

— No hay problema— me dice comenzando a vestirse también—, la próxima será en...— se me acerca y susurra el resto en mi oído.

— No— digo y finjo estar molesta con él—, no vuelvas a hacerlo— se lo aclaro— ¿qué pensarán de ti?

— Qué me gusta disfrutar con mi esposa— se encoge de hombros y termina de vestirse—, no entiendo qué te molesta, cuando te hago una te gusta.

Estoy sin palabras, no sé qué decir, dudo, él sonríe porque se cree vencedor— no me tocarás en un mes entero— suelto y su sonrisa se le borra—, no bromeo— y me voy de allí.

Hago el almuerzo y arreglo la mesa, voy a la despensa para sacar la vajilla; tenemos un juego nuevo, lo compramos hace muy poco, es bonito, lo escogí yo, me gusta mucho su acabado, es para seis personas, pero lo malo es que hasta ahora no tenemos vecinos ni nadie a quien invitar.

Con mi mesa lista, voy a la cocina y me fijo en lo que he hecho, tiene buen aspecto y huele bien, creo que esto de la cocina ya es pan comido. De pronto siento unas manos alrededor de mi cintura, es Louis quien me abraza y susurra a mi oído— huele bien— creo que no habla de la comida—, no serías tan mala conmigo— me gusta que me hable al oído—me hiciste probarte, no me castigarías así.

— Se quemará— digo y él quita lo que está sobre el fuego sin soltarme, está esperando su respuesta—. Si prometes no dejarme marcas visibles— pero él no escucha, se entretiene con mi lóbulo y me hace dulces cosquillas—, ya lo hicimos— le recuerdo.

— Sigo teniendo ganas— susurra.

— Aquí no— digo, me levanta con facilidad y me lleva a la cama—, ya no— protesto sin ganas y le doy paso a mi piel. A quién engaño, me gusta estar con él, me gusta hacerlo feliz y que me haga feliz también...

En el espejo de nuevo veo una marca más junto ala primera y no importa, son marcas superficiales que se borrarán cuando quieran, pero la que en verdad es importante es la marca que ha dejado en todo mi ser y que no se borrará jamás pues no está hecha solo con sus labios.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora