Un carruaje nos espera en el puerto y, tras los retrasos propios de desembarcar, subimos a ése y partimos a la siguiente ciudad. Mi corazón late emocionado con cada metro avanzado, ya no puedo ocultar mi nerviosismo. Estoy olvidando que soy una mujer adulta y comienzo a actuar como una niña. Louis a mi lado no dice nada, pero puedo notar que oculta mejor que yo su emoción. Clarice, sentada a mi regazo, se come los paisajes con los ojos, el bebé balbucea contento y Lewis finge que todo le parece aburrido.
¡Aquí está la ciudad! ¡Mi ciudad! ¡La ciudad donde viví los primeros años de mi libertad! Lágrimas de emoción y nostalgia se reúnen en mis ojos.
¡Amelia, verdadera amiga, estoy de vuelta! Desearía ir a verte, pero Louis me dijo que primero quiere ver nuestra vieja casa.
¡Mi casa! ¡Mi primer hogar! Cómo habrás cambiado en todo este tiempo ¡Mi pozo! Seguro hay sobre ti una nueva capa de polvo ¡Mi salón de clases que solo contaba con un techo! Deseo ver al menos una columna tuya todavía puesta en pie. Extraño incluso el viejo gallinero donde mi ahora aburrido Lewis se metió una vez y salió llenecito de plumas.
Reconozco el camino, por aquí andaba casi a diario y llevaba la comida para mi esposo, los árboles son los mismos, el camino también, casi nada parece haber cambiado. Tras aquella loma está mi vieja casa, el alquiler fue el mismo por largo tiempo y cuando nos lo subieron pudimos seguir pagándolo a tiempo.
Mi casa, mi hogar ¡He vuelto! Voy a limpiarte y dejarte hermosa otra vez, he venido para regresarte a lo que eras: la casita de un cuento de hadas.
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Dueña de mi Libertad
Historical Fiction"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...