MI BEBÉ QUIERE CONOCERME

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Despierto incómoda, tengo sueño, pero la incomodidad crece por ratos. Es sábado y Louis no irá a trabajar, está descansando y no quiero molestarlo por una simple incomodidad, es que ayer llegó muy tarde debido al trabajo.

— ¿Qué pasa?— murmura, de todos modos lo he despertado— estás inquieta— no abre los ojos, tiene sueño.

— Se pasará— digo y me acomodo mejor—, es que últimamente se mueve mucho.

— Quiere conocerte— bosteza y me abraza suavemente— ¿Qué haces?— dice tocando mi vientre— deja dormir a tu madre conmigo, tú me la quitarás quien sabe por cuánto tiempo— se está despertado, todo mi intento fue inútil—, me la merezco un poco más— me da un beso en la frente y se acomoda para volver al sueño, me contagia y también cabeceo.

Un dolor me incomoda otra vez, es más fuerte que hace un rato y me despierta por completo; muy delicadamente me separo de mi dormido esposo y salgo afuera a caminar.

— ¿Qué pasa bebé?— le digo, camino un poco más y el dolor desaparece por unos minutos— ¿te tranquilizaste?— acaricio mi vientre y camino de regreso a casa— ¿es que quieres salir?— el dolor ha vuelto y es más fuerte que los anteriores, estoy en nuestra cocina— está bien, te entiendo— me siento en la silla más cercana—, pero papá duerme— le digo a mi dolor—, espera a que despierte— el bebé me hace caso y respiro tranquila por unos minutos, pero cambia de opinión y vuelve otra vez—. Louis— llamo incapaz de levantarme—, Louis— respiro con más fuerza y trato de calmarme— ¡ay! ¡Louis!— escucho un sonido de adentro y sale mi esposo con su cara de sueño esfumándose de golpe al verme— me duele mucho— me quejo y controlo mis lágrimas que siempre vienen cuando me siento vulnerable.

— De acuerdo— se me acerca y me ayuda a levantar—, al cuarto— me dice con suavidad—, no vas a traer a nuestro primogénito en la cocina.

— Ay— me quejo otra vez mientras camino y el dolor me hace arquear el cuerpo adelante—, es más fuerte.

— Recuéstate— me dice señalando la cama y yo hago caso—, respira hondo.

— Trae a Amelia, ella me va a ayudar— digo, más me aferro a su mano y no quiero que se vaya.

— La traeré, pero luego; no pienso dejarte sola en esto.

— Pero ella me dijo que me ayudaría— el dolor comienza a volver—, viene de nuevo— me quejo al sentirlo apoderarse de mí.

— Todo estará bien— me acomoda las mantas y almohadas—, recuerda que soy el mayor de dos hermanos— sostiene mi mano—, no atendí a mi madre en ambos, pero la asistí con éxito.

El dolor viene y hace querer doblarme, Louis se separa de mí y vuelve a los pocos minutos con nuevas mantas y me ayuda a mitigar el dolor, al menos un poco.

— ¿Cuánto demora esto?— pregunto cuando el dolor regresa con mayor intensidad.

— Lo necesario— me responde y yo pongo cara triste—, niña caprichosa, tu bebé requiere espacio para salir— me acaricia—, no saldrá solo porque se lo pidas, te va torturar un poco, pero tendrás tu recompensa.

Yo asiento y el dolor regresa, quiero llorar, pero Louis no se separa de mí.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora