¡MIRANDA ESTÁ DE VUELTA!

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A mamá no le disgusta el cambio, extrañaba el buen servicio de su mayordomo; y vi en la cara de éste, no son invenciones mías, lo vi de verdad, el alivio bien estampado al salir de casa. ¡El sentimiento era recíproco!

Miranda se puso a la altura de su nuevo empleo enseguida. En menos de dos horas antes que se fuera, el mayordomo la puso al corriente de todo en cuanto a la gran casa, el inventario, los insumos en la despensa, las llaves de cada ambiente, el número de empleados, sus funciones, nombres y días de descanso, y todo lo demás... y ¡Miranda lo memorizó todo en una! O tal vez está mostrando la seguridad de quién ocupa un cargo tan alto.

Miranda debe tener treinta y ocho a cuarenta años. Cuando yo era una muchacha y ella se hacía cargo solo de mí, Miranda ya estaba casada, yo solo veía su anillo en su dedo, pero no sabía por qué lo llevaba hasta que tuve el mío.

Miranda y yo casi no tenemos tiempo de hablar, cuando nos vimos esta mañana, tuve tantas ganas de abrazarla, pero ella otra vez se portó a la altura de su nuevo empleo y me saludó con una gran sonrisa y una venia de respeto— daré lo mejor— me dijo y yo le creo.

Miranda está en casa apenas cinco días y ya sabe el nombre de mis hijos, su edad, lo que gustan o no comer, la hora en que duermen, la hora en que despiertan, el número de juguetes que tienen y otras más de los cuatro; también tiene un completo control sobre la despensa y está al tanto de cuanto está por terminarse y lo llena antes de que se acabe; y hay que ver lo bien que domina a todos los empleados, tiene un carácter bastante dominante que yo desconocía completamente; y más importante, inspira confianza apenas la ves.

Miranda siempre fue como una hermana mayor solo que cuando fui niña nunca lo noté.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora