UN ALMUERZO INCÓMODO

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No puedo creerlo, Louis me ha traicionado, tengo ganas de encerrarme en casa y echarme a llorar, pero no puedo, los niños están ahí como un escudo; Louis lo sabe muy bien, sabe lo que debe y no debe hacer para evitar que yo haga un drama.

Estamos a la mesa y solo hay silencio donde todo debería ser risas y alegría, apenas puedo comer, todo me sabe a nada, de cuando en cuando miro a Louis con resentimiento y él me da en respuesta una mirada que pide perdón.

Al menos mis hijos están lejos de ella o algo así porque está sentada justo al lado de la silla que mi esposo hizo para mis bebés y ahora ocupa Lewis, y al otro lado de ella está el traidor.

Los niños parecen notar que el ambiente es extraño y están más callados que nunca y comen en silencio sin que se les escape una sola expresión, solo el bebé está inquieto pues sigue siendo pequeño como para notar nada raro.

— ¿Me puedo retirar?— pregunta Matthew poniéndose en pie, terminó de comer, su padre le da permiso y el niño sale con cara de alivio.

Yo trato de mirar por la ventana para ver que nadie lo alza y se lo lleva a la fuerza, capto la mirada de Louis que dice que me calme y otra vez quiero llorar.

Erick ve que su hermano está libre de la tensión y apura su comida, al rato pide salir y su padre se lo permite.

— Yo también quiero salir— balbucea mi pequeña dulzura.

— Te ayudo a acabar— dice Louis y le da de comer hasta que ella acaba—, dile a tus hermanos que vayan a jugar detrás de la casa— le ordena con suavidad— y llévense a Navegante con ustedes— habla del perro. Mi Joy asiente y me da una sonrisa tierna antes de salir y yo me trago mis lágrimas de nuevo.

Ahora solo quedamos cuatro personas a la mesa y uno apenas balbucea, y es el único que se atreve a romper el incómodo silencio.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora