INESPERADO

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¿Tanto tarda en salir? ¿Tan mal está? No, no debo decir eso, respiro hondo y espero con paciencia frente a la habitación.

Ganas de vomitar vienen a mí ¿qué me pasa? No soy yo la que está mal, le ordeno a mi cuerpo calmarse, no volveré a mostrar debilidad ¡No! Louis no se merece que yo sea débil cuando él ha sido fuerte todo el tiempo.

Los pasos suaves me indican que los niños van directo a sus habitaciones y no pasarán por aquí, respiro tranquila, si los veo seguro que flaquearé y derrumbaré este nuevo muro en mí y me pondré a llorar.

El doctor tarda mucho ¡cómo puede tardar tanto!

Las puertas se abren ¡por fin! Saldrá, me dirá que está bien y yo le daré una buena reprimenda por haberse demorado.

— Señora— me dice con el rostro que seguro acostumbra para todos los familiares de sus pacientes—, es tifoidea.

Ya no escuché más, ya no podía oír; de nuevo reacciono en una cama y es el doctor quien está vez está a mi lado.

Trato de levantarme y él me lo impide. Basta, no soy débil. El doctor parece notar mi nuevo dominio.

— Está embarazada— me dice con calma—, aléjese de su esposo, estará bien atendido; usted no puede contagiarse.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora