MAMÁ Y YO

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¿Qué le ocurre? Jamás la he visto derramar una sola lágrima. Me detengo en mi lugar y estoy dispuesta a echar a correr para alejarme de aquel extraño ser.

— Tu mano...— dice entre lágrimas—, qué haces con las manos tan maltratadas— ¿maltratadas?—, conmigo nunca las tuviste así, siempre eran suaves y delicadas, ahora tienes heridas y callos— y llora más.

Me la quedo mirando, ésta no es mi madre ¿Qué le pasó? Me fijo en su pelo ¡cuántas canas! Tiene arrugas en su rostro y se le ve envejecida, sus ropas dicen que es una mujer fina, pero su aspecto dice que no. Me pongo firme y no dejo que me envuelva con su extraño hechizo, soy otra persona y no la niña miedosa que ella procuró que sea.

— ¿Qué quiere señora?— digo y me sorprendo lo fría que puedo llegar a ser.

— Verte— me dice limpiando sus lágrimas—, saber que estás bien— da una mirada a mi hogar y suspira profundamente, no me dejaré envolver, no soy esa muchachita de antes— ¿quieres sentarte?— me pide y esboza una sonrisa cortés—. No es una trampa querida niña— ¿querida? no puedo creer lo que dice—, no he venido con nadie más, solo estoy yo.

Me siento a una distancia prudencial y la observo con atención— ¿qué desea?

— Ya te lo dije— me responde—: verte— ya lo hizo, ahora que se vaya, no quiero verla, menos así, no es normal en ella, ella no es así—. Siempre supe que estabas viva y que estabas bien.

— ¿Bien?— soy sarcástica, pero no me importa; no le creo su farsa, está fingiendo, lo sé.

— Sí, no tan bien— y siento como si ella hubiera mandado la enfermedad que casi se llevó a mi hijo, hubiera sido perfectamente capaz. Un silencio se apodera de nosotras, yo no quiero romperlo, solo quiero que se vaya—. Tienes razón para odiarme— ¿razón? millones de razones—, fui cruel contigo, con mi niña— lágrimas se le escapan de nuevo—, con mi única hija— toma aire—. Si no vine antes es porque tenía que vengarme de alguna forma de ese idiota que te apartó de mí— ¿está hablando de Louis? un frío recorre mi espalda de nuevo—, ese idiota que te perdió— mi corazón se serena, está hablando del viejo prometido—. Fui una tonta cuando decidí dártelo como esposo, a la primera oportunidad que te dejé a su cuidado, te pierde— habla con resentimiento, así no es ella—. En casa jamás te hubieras perdido mi niña.

Me dan ganas de reírme en su cara ¡qué falsa es!

¿Quiere hablarme de lo mucho que le dolió haberme perdido?— ¡no me dijo que me largara! Lo hice señora, me largué— digo y ella suspira con dolor.

— No sabía lo que significabas para mí— dice con lágrimas que no creo—, ni cuando no viniste a la hora que dijo que volverías lo supe— suspira—. Anochecía y escuchaba a los criados susurrar que deberías haber vuelto hacía mucho, pero no me preocupé ni un segundo... no sabía lo que significabas para mí...— repite y no le creo, está mintiendo, ella nunca me quiso—, solo cuando ése idiota vino y me dijo que era posible que el caballo te hubiera botado en su loca huida...— llora de nuevo—, solo cuando creí que podrías haber muerto... — llora más, quiero irme, no quiero estar aquí—, solo ahí supe lo mucho que amaba a mi niña, solo ahí supe que eras todo para mí— miente, miente, está mintiendo, miro a otro lado y quiero que desaparezca—. Me partiste el corazón, Joane ¿Cómo pudiste hacerme eso?— y llora más.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora