Escucho un trote de caballos afuera de casa, Louis va a recibir a nuestras visitas y las escucho pasar.
— Entra Amelia— le digo porque imagino que quiere verme cuanto antes.
Amelia entra y me mira, pone cara aguada y me dice con voz quebrada— se supone que yo te ayudaría—limpia sus lágrimas y se me acerca, se sienta a mi lado y se estira para ver a mi hijo recién nacido—. Se ve sano— dice enternecida— y ya dejó de llorar, mi niña lloró tanto que me desesperé, mi hija mayor— me aclara.
— Lloró mucho— digo yo—, pero Louis me ayudó bien, si él se hubiera ido a trabajar no sé lo que yo habría hecho— y acarició la cabecita de mi hijo—. Es varón— le digo.
— Lo imaginaba— me dice y duda— ¿puedo levantarlo?— asiento y la veo sostenerlo, mentalmente pienso en que no lo haga caer, se ve tan frágil y no quiero que se haga daño, supongo que es natural querer protegerlo— ¡Oh!— exclama con delicadeza— es tan pequeño.
— Pequeño y todo, me hizo sufrir bastante— digo yo y quiero que me lo devuelva.
Amelia parece entender lo que siento y lo pone con mucho cuidado a mi lado— la conexión con la madre es muy importante para un bebé— le da una caricia—. Tu niño te necesita mucho— sonrío agradecida—, al menos hasta que aprenda a caminar— nos quedamos ambas en silencio admirando a mi pequeño, deleitándonos con el milagro de la vida, de cómo un ser humano se ha formado dentro de mí por largos meses y con tanto detalle.
Cada día hay algo nuevo, pero un hijo sobrepasa todo.
Mi bebé necesita lo mejor de mí. Lo tengo decidido, no seré como mamá fue conmigo, seré lo que él necesita de mí: una verdadera madre.
Le doy un beso a mi pequeño que duerme a gusto en mis brazos. Matthew, es el nombre de mi padre.
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Dueña de mi Libertad
Historyczne"Tú no eres esclava de nadie y nadie decide por ti" esas fueron las últimas palabras que me dijo papá antes de morir. A pesar del tiempo no puedo comprender su mensaje y estoy dispuesta a aceptar las pesadas reglas que me impone la sociedad en que n...