QUIEN PERDIÓ Y QUIEN GANÓ

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Veo a mi madre y no creo lo que ha hecho ¿casarse? Ella amaba a mi padre, de eso estoy muy segura ¿Cómo pudo casarse con todo el amor que sentía por su primer esposo?— ¿y su esposo?— pregunto cómo quien no quiere saber.

Mi madre me sonríe— debe estar con alguna amante, no me importa, no me casé con él por amor, solo por venganza.

La miro a los ojos por primera vez y siento que algo de mi frialdad inicial se desprende— ¿no le molestará que usted haya venido por su cuenta?

— Yo le dejo estar con su amante— me dice—, a cambio, él no debe exigirme nada más que mi compañía en cualquier invitación formal.

Comienza a darme pena, ella siempre fue una mujer fuerte y decidida, con claro dominio de todo a su rededor y ahora... la veo extrañamente vulnerable.

Un silencio se apodera de los tres y solo es interrumpido por los relinchos esporádicos de los caballos y las risas de mis tres hijos que juegan abajo.

— ¿Cómo me encontró?— le pregunto con menos frialdad y Louis lo advierte asintiendo.

— Sabía que no podían estar allá y que era muy probable que hubieran cruzado el mar. La elección de este país fue obvia para mí, era el lugar de origen de usted— le dice a Louis y él asiente levemente—, lo que no se me ocurrió fue buscarlos tan cerca del puerto sino por las ciudades de más adentro. La situación allí es mucho más tensa y fue muy complicado que mi vigilante los vaya a encontrar.

Veo a Louis a los ojos como diciendo "te dije que alguien detuvo a nuestros hijos" por lo del vigilante— y qué más— exijo.

— Que demoramos mucho buscando allí. Luego se le ocurrió buscar en otros territorios y nada. Perdí años en eso— y eso no me molesta—. Fue entonces que se me ocurrió no buscarte tan lejos e hice que un hombre te busque por allá, otro al otro extremo de estos territorios y otro por las ciudades casi cercanas del puerto. La situación aquí es muy delicada así que no podía hacerte buscar con tu apellido porque toda persona de buen apellido era sospechosa, y tuvimos que buscar con el apellido de usted— mira a Louis que no está para nada molesto—. Encontramos a un joven y dos ancianos en otra ciudad.

— ¿Qué joven?— pregunta Louis interesado.

— Un joven que tiene su apellido— dice mamá medio contenta por dar una información que parece relevante—, en realidad tenía otro en su registro, pero no lo usaba y solo se hacía conocer por el similar a usted— le dice ambos apellidos y la ciudad donde lo encontró y Louis asiente contento.

— Es mi hermano— me dice—, ya sé dónde está, ha cambiado su apellido para que el otro no le traiga problemas— yo le sonrío, me alegra verlo contento por encontrar a su familia.

— Algún otro— pide Louis esperanzadoramente a mi madre.

— Ninguno joven, adultos muchos— responde con pena.

— Por lo menos hay uno— dice Louis sin desanimarse y yo asiento.

— En fin— dice mi madre—, por pura casualidad uno de los que los buscaban oyó a una mujer conversando con otra en el puerto que decía que había una extranjera que enseñaba a sus hijas matemáticas— Amelia va una vez a la semana al puerto, es probable que haya sido ella— y que le resultaba curioso porque sabía más que solo ello— me sonríe—, como si hubiera sido muy bien educada.

— A base de golpes— digo con molestia renovada.

— Sí— acepta mamá con pena y sigue—, el hombre fue muy sutil al preguntarle por el apellido que la extranjera llevaba y obtuvo la información que necesitaba. Vino a esta ciudad y, según algunas descripciones que tenía de ti, por tu retrato cuando más niña, buscó por todo lado y no te halló, pero sí encontró a alguien parecido a ti.

Joy, fue por eso que aquel hombre se le quedó mirando de una "forma extraña" y preguntó a Matthew por mí, ahora todo encaja. Fui delatada por la gente que más quiero, pero cómo guardarles rencor, todos ellos eran y son inocentes, mis niños que juegan felices afuera, mi amiga que siempre está contenta por mí, mi esposo que solo quiere lo mejor...lo miro y muestro que no estoy molesta con él ni con nadie, no con la gente a quien amo, no con ellos.

— Y así es como te encontré— termina mamá y nuevamente la veo cansada y con los años sobre su cuerpo.

Algún día me veré como ella y quién sabe dónde estaré, mis niños un día crecerán y se irán de mi lado, mi esposo... solo quiero estar con él por más tiempo, envejecer a su lado, ser feliz con él.

Pienso en mi madre ¡Cuánto ha perdido! De qué sirvió tanto dinero, joyas, telas finas, sirvientes... tanta clase. Ha perdido lo más importante: su amado esposo a quien ya no puede recuperar y ahora a mí, lo único que le queda y que intenta recuperar.

— Está bien— digo sin dudar—, te perdono.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora