LA AMIGA DE MAMÁ NO ME AGRADA

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Mamá ha decidido que conozca a alguien de mi edad, y esta vez no permitirá un desplante como aquella vez.

He decidido no emocionarme con la idea, el trago anterior fue muy amargo como para que quiera repetirlo.

Un carruaje llega justo cuando yo he terminado de alistarme y ya me siento emocionada, pero sé que no debo. Bajo con mucha calma y encuentro a mi madre conversando con una mujer igual de fina que ella, se parecen en sus maneras y causan igual respeto en las personas.

Camino hacia ellas como mamá quiere que haga y la encuentro con una mirada de aprobación y advertencia mezcladas, me dirijo a la señora y la saludo con toda educación.

— Hiciste un gran trabajo en tu hija— le dijo la mujer a mamá— te felicito— me mira de pies a cabeza y asiente con aprobación—, solo le falta ganar un poco de peso.

— Me gusta como se ve, con todo respeto— responde mamá—, fue difícil, lo reconozco, pero al final lo logré.

— En buena hora porque su padre no le estaba dando una buena imagen.

— Lamento decirlo, pero es cierto— dice mamá poniendo sus manos en su regazo—. Su padre tenía la manía de llevarse bien con los sirvientes— y mira despectivamente a la joven que les trae el té.

La otra mujer también mira de forma despectiva a la joven que es buena y jamás pierde la paciencia conmigo, me duele que la miren así y me duele más no poder decir nada a su favor.

Justo cuando mamá y su amiga se enfrascan en su conversación, la joven me sonríe como si me dijera que no le importaba cómo la miraron y yo le devuelvo la sonrisa con mucho disimulo.

— Lamento no traer a Cristina— dice la mujer—, se recupera de su resfriado, pero como sé que no te gusta que tu hija se enferme ni aun sea una enfermedad imaginaria, no la traje.

— Nada es imaginario con Joane— dice mamá y me ordena subir a mi habitación a repasar mis lecciones.

Subo con gusto y repaso lo primero que encuentro, no me apetece volver a bajar, no quiero estar a la mesa con semejante mujer, la primera impresión ha sido suficiente para mí, y lo peor es que su hija tendrá que ser mi amiga.

Miranda, la sirvienta destinada para mi servicio exclusivo, toca mi puerta y dice que mamá me ordena bajar para cenar.

— ¿La señora Agnes nos honrará con su presencia?— le pregunto como si nada.

Ella me responde en un tono comprensivo— sí señorita— y me espera por si yo necesite algo.

Bajo a cenar y más que una cena parece que estoy en una especie de examen, reconozco que me pone nerviosa el que se me queden mirando, pero muestro que soy firme en mis acciones y puedo ver a mamá orgullosa por no demostrar debilidad. La visita se va satisfecha y dice a mamá— hiciste realmente un gran trabajo en tu hija, te ayudaré en conseguirle un buen esposo.

Mamá se despide de su visita y me dice antes de subir a su habitación— ésa es una buena actitud que sí me enorgullece hayas heredado de tu padre, él tampoco flaqueaba ante una prueba, por muy incómodo que sea la situación— y por única vez en mi vida, la veo sonreírme.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora