NUEVAS TIERRAS, NUEVO IDIOMA, NUEVA VIDA

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Llega el día en que bajamos de la embarcación ¿Cuántos días hemos pasado allí? Perdí la cuenta, solo queda en mi mente lo mucho que disfruté estar ahí, rodeada del tranquilo y bello mar; pero como siempre Louis se ríe de mí.

— Vamos niña tonta— me ayuda a bajar, luego va por nuestros animales y me da alcance, camino por donde me indica y me dice—, así que creías que siempre es así de bonito— ríe de nuevo—. El mar es muy especial, a veces es bueno con uno, mayormente no— llegamos a una posada, él amarra los caballos y le da una propina a un muchachito que está sentado afuera; entramos y pide algo de comer para él y para mí—. Creo que el mar fue bueno contigo porque de alguna manera se enteró la horrenda vida que te tocó vivir.

— Yo creo que hay gente que sufre más— pienso en los de la clase alta que vivió por aquí y lo que pasó con ellos.

— ¿Quién sabe?— responde él y da permiso a la camarera que nos trae la comida, Louis le agradece y yo recién me doy cuenta que no están hablando en el idioma que estoy acostumbrada.

— Debo hablar como ellos— digo en un susurro—, me creerán extraña.

— Cómo crees— dice sarcásticamente—, si pareces una de por aquí, tu acento, tus maneras, tu rostro, todo encaja como una de por aquí.

— No seas cruel— digo ruborizada—, es que todavía no puedo creer que lo hicimos.

— Aún no hicimos nada— susurra él y me guiña un ojo, creo que voy entiendo a qué se refiere—. Come— me indica—, no lo parece, pero un viaje largo da hambre.

Ya no miro mi plato como algo insólito, la primera vez sí lo hice y me sentí tonta por haberlo hecho, pero ya no, como mi comida con gusto y cuando termino, estoy satisfecha de lo que comí— yo no sé cocinar— recuerdo y el alma se me cae a los pies.

— Aprenderás— dice él divertido de mi expresión—, yo sé, pero no siempre podré ayudarte, porque, comprenderás, debo trabajar para el alquiler de nuestro cuarto con el que aún no contamos y los insumos que necesitaremos, también está la ropa... espero que tengamos agua— ¿tanto así?—, creo que podremos ahorrar agua si nos bañamos juntos— sonríe y yo me sonrojo—. Debemos ponernos a ello.

— ¿Bañarnos?— murmuro por lo bajo.

— Eso me encantaría— dice él y yo me avergüenzo más—, pero hablaba de un lugar para vivir, la noche caerá en cualquier momento y no dejaré que duermas en la calle— nos ponemos en pie, Louis paga por nuestra comida y nos vamos a desatar los caballos. Partimos del puerto con pesar porque Louis dice que ahí tendría mejores oportunidades de trabajo, pero—. No queremos que tu despechado ex prometido aparezca y nos encuentre tan rápido, puede que se atreva ya que se atrevió a ir hasta el puerto del otro lado.

— Siempre tendremos ese temor— no me gusta, pero creo que así será.

— Debí besarte hasta llamar su atención— bromea Louis—, pero corríamos el riesgo que intente seguirnos como una rata— ríe—, aunque también nos dejarían en paz si tú me das algo que quiero— susurra—, no te estoy presionando, solo digo la verdad.

Salimos del puerto, Louis me ayuda a subir a mi caballo y partimos a una ciudad naciente que está al sur, llegaremos muy tarde y tendremos que buscar un hospedaje para pasar la noche y al día siguiente buscar nuestro hogar.

Tengo sueño y el calor sofocante solo contribuye a que mis ojos se cierren, lo afronto valientemente, pero cuando el sol comienza a desaparecer mis fuerzas también "Joane, espera un poco, estamos llegando" oigo en mis sueños y abro los ojos y allí está, la ciudad— por fin— digo adormilada y Louis se ríe.

— Apura el paso— me dice—, no quiero que el sueño te haga caer al suelo— reacciono y en menos de quince minutos hemos llegado a nuestro destino, Louis me ayuda a bajar y jalamos los caballos hasta encontrar el hospedaje adecuado, luego de tres intentos, él queda satisfecho—. Tiene un corral para los caballos y un buen dormitorio, solo no pude conseguir más que una cama.

— No importa— respondo y él me mira ocultando su entusiasmo—, tengo tanto sueño que no te incomodaré— y él se ríe de mi respuesta.

— Cuando lo creas conveniente, puedes incomodarme cuanto quieras— jala los caballos donde está el corral del hospedaje y luego vuelve donde estoy, me toma de la mano y entramos al lugar.

Esa noche duermo con una sonrisa en los labios, Louis me abraza y siento su calor envolviéndome con ternura.

Cuando despierto, Louis ya no está, no me asusto, sé que fue a ver los caballos y proveerles de agua y alimento, hasta incluso puede que haya ido a buscar empleo o un hogar. Me levanto y me aseo, tiendo la cama y arreglo nuestras pocas pertenencias; me siento a esperarlo mientras arreglo mi pelo.

— Bella durmiente— me dice al regresar y verme despierta y arreglada—, ya tenemos hogar, un empleo momentáneo para mí y un desayuno abajo— después de nuestro desayuno vamos a nuestro hogar y Louis me ayuda a subir al caballo una vez más—. Está afuera de la ciudad y casi nada de vecinos, es que está barato, pero el lado bueno es que tendremos un pozo, o sea agua para bañarnos por separado ¡qué pena!— yo sonrío— y privacidad total, será como tu vieja mansión solo que más pequeña y nada de sirvientes— cabalgamos un poco más y llegamos a nuestro hogar—. Sé que parece cualquier cosa— se excusa—, pero dame un tiempo y la dejaré como nueva, por eso es que está barata.

— Me gusta— digo con una sonrisa sincera—, parece de un viejo cuento que me leyó papá.

— Ya lo estoy extrañando de tanto que hablas de él— me ayuda a bajar—, ni lo conocí, pero no tengo dudas de que fue un gran sujeto.

— Se hubiera interpuesto a nosotros— le digo—, tal vez ni nos hubiésemos conocido porque él de seguro me habría ayudado a montar.

— ¿Y te habría casado con el insípido?— pregunta como si no lo creyera capaz.

— Creo que me lo hubiera presentado y me hubiera preguntado si era de mi agrado— respondo, hemos llegado a la puerta de nuestro hogar— y no me habría dejado vivir aquí.

— Entonces sí te habría raptado— abre la puerta y me deja pasar.

— Una cama— digo con emoción, es lo primero que observo—, pero no debe estar aquí sino ahí en lo que parece una habitación— sigo examinando—, aquí la cocina, así no nos ensuciaremos al dormir, pero creo que necesita una chimenea porque el humo nos hará mal y además se pegará a la ropa— he aprendido algo en nuestro tiempo de huida—, aquí la mesa ¿y las velas?

— Chica lista— viene y me abraza—, tienes suerte de que mañana empiezo, así que me pongo manos a la obra y dejo todo esto como quieres verlo.

— Yo te ayudo— digo muy dispuesta—, de dos acabaremos más rápido.

Y acabamos por la tarde, muertos de hambre, pero acabamos todo, él ha traído algo para preparar y se pone a ello, yo miro cada detalle, debo aprender porque, como él ya dijo, no podrá ayudarme todo el tiempo y yo deberé hacerlo para mantenerlo contento, es algo que aprendí allá y quién diría que lo terminaría llevando a cabo aquí.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora