Y AHORA QUÉ

16 1 0
                                    

— Mami— despierto al instante, a mi lado está Joy temblando de frío.

— Mi dulzura— la levanto y la meto a mi cama, de todos modos es muy grande hasta para dos— ¿Qué haces fuera de tu cama?— la abrazo para hacerle entrar en calor.

— Mi cuarto es muy grande— dice apoyando su cabeza en mí—, me da miedo—, la estrecho más—. Hay mucho campo ¿por qué mis hermanos no duermen ahí también?

— Ahora cada uno tiene su propio cuarto— le digo—, van a tener muchas más cosas para llenarlos.

— Hace frío— dice mi dulzura sin estar convencida—, es muy grande.

— Opino lo mismo— balbucea Louis al lado mío—, si no fuera porque mi esposa está a mi lado, me hubiera congelado— y estira una mano por encima de mí y acaricia la cabeza de Joy—. Casas grandes, frío por todas partes. Duerme mi niña, hoy puedes dormir aquí, pero no te acostumbres, a tu padre le gusta dormir abrazado a su esposa.

— No le digas eso— lo enojo, pero ella está casi dormida—. Puedes venir cuando quieras— le susurro y la acomodo mejor para que duerma.

Es su primera noche, ya se irá acostumbrando.


— Solo bromeaba, niña rica— besa mi espalda—, sí me siento un poco prisionero, pero no es malo, me acostumbraré, y a los niños ya comienza a gustarles: más juguetes, mejores ropas... al menos a Erick le gusta.

— No por producto de nuestro esfuerzo.

— Pienso igual, pero como tu madre dijo ayer, el esfuerzo es distinto aquí. Y creo que no solo es gastar lo que en apariencia se tiene, hay que hacer que todo siga arriba.

— Son los esfuerzos de gente que está abajo— insisto, haber vivido en los zapatos de otros ha cambiado mi forma de pensar.

— Entonces hagamos algo distinto, vamos a incursionar en otras actividades que nos retribuyan de forma justa.

— ¿Cómo qué?— pregunto y vuelvo mis ojos a él.

— He leído que hay algunos cambios en la industria— me responde, últimamente lee todo con respecto a mi país, su economía y cultura—. A tu madre no le va a gustar, a tu gente no le va a gustar.

— Ya no es mi gente.

— Lo sé. En fin, he pensado que podemos ser como los burgueses

— ¿Cómo quiénes?

— Burgueses, la clase media emergente.

— Ya no somos nada emergentes— me río.

— Nos volveremos unos, nos alejaremos de la corona, igual no conozco a nadie de ese mundo.

— Yo jamás conocí al rey— afirmo—, ni mi padre o mi madre, ni creo que el insípido ése.

— ¿Lo hemos de recordar siempre?

— No tienes celos.

— No de ése— ríe él—. Al menos será un buen recuerdo para reírnos tú y yo.

— Te estás desviando del tema— le recuerdo— ¿cómo nos volveremos burgueses?

— Abriremos un lugar de préstamo, dinero no falta, les damos a un interés considerable por un tiempo considerable.

— ¿Es seguro?

— Con una garantía sí es seguro y, aunque no lo creas, existen lugares de préstamo.

— ¿Y tú trabajarías en ello?

— No veo por qué no— me parece bien—, puede que tu gente hable mal de mí por hacer algo que consideran bajo, pero no me importa.

— A mí tampoco, ellos no son mi gente— él se acerca más a pelo— ¿y qué más?

— Tienes tantas tierras que pueden servir en la agricultura— dice medio ronco, le está dominando el sueño—, más eso no le gustará a tu familia.

— ¿Viste el ferrocarril?

— Gran idea.

— Pesquería— sigo yo—, mejores barcos pesqueros y mercantes, se impulsarán igual que el ferrocarril.

— Puede ser.

— Un lugar de enseñanza para niños.

— Eso es muy caro, la gente de abajo no lo pagaría.

— Se tendría que conversar con el rey.

— Se reirá en tu cara— bosteza—, en la mía y en la de todos los que pensemos que sea buena idea.

— Una joyería— sigo—, un lugar donde la modista trabaje y la gente pueda ir allí sin pensar que es caro.

— Un lugar de préstamo— repite—, a costo bajo y no siendo tan crueles al cobrar, la gente gustará de eso y vendrá por sí sola.

— ¿Y si no pagan?

— En casos extremos, nos quedamos con la garantía que han dado, y la vendemos en un lapso de tiempo.

— Eso es muy cruel.

— Y por eso pagarán a tiempo— su respiración se vuelve pesada—. Duerme niña rica, estoy cansado de no hacer nada.

Sonrío y me acomodo mejor para dormir.

Dueña de mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora