Capítulo 19

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NARRA ANYA

—¡MIERDA! —exclamó Damian, pegando una patada a la puerta.

«Segundo...» pensé, preocupada.

De repente, unos fantasmas aparecieron por la ventana. Grité un poco, atemorizada.

«Quiero salir, quiero salir de aquí. ¡Qué miedo!» pensé, cubriéndome los oídos.

Damian me miró y se acercó adonde mí.

Lo miré con los ojos llorosos.

—Segundo, lo siento mucho —le dije y él me miró sorprendido—. Nunca... debí dejarte venir. Ahora tu padre debe de estar furioso. Quizás ya nunca más te deje venir al colegio.

«Mi misión... ha sido un fracaso total» pensé.

—Lo sé, pero en realidad... no ha sido tu culpa, ¡así que no llores que estás muy fea! —me dijo de repente sonrojado.

Sin enfadarme, me quité las lágrimas de los ojos.

Damian apartó la mirada.

«En el mejor de los casos, papá dejaría de hablarme por una semana» le escuché decir.

Lo miré triste.

—Segundo, no te voy a pedir una explicación de lo que ha pasado exactamente entre tu padre y tú... porque estoy segura de que ambos seréis capaces de arreglarlo.

—¡¿Arreglarlo?! ¡No lo digas como si fuera tan fácil!

—Hablando todo se puede arreglar. Confía en mí.

Me miró atónito.

«¿Qué ha dicho?» pensó.

—¿Confías en mí, Segundo?

«Otra vez me está mirando con esos ojos... Parece que esta vez se le brillan más» pensó.

—S... supongo —dijo como respuesta y se le aguaron un poco los ojos—. Aunque no sé si querrá hablar conmigo. Le he... decepcionado.

«¿Va a... llorar?» pensé.

—¡No, no llores! —exclamé acercándome a él—. Si... si lloras, yo... también acabaré llorando.

Damian no dejaba de mirarme y acabó quitándose las lágrimas. Sin embargo, seguía cabizbajo.

«¿Qué puedo hacer para hacerle sentir mejor? ¿Y si...?» se me ocurrió.

—Segundo.

—¿Ahora qué quieres?

—¿Quieres... un abrazo...?

«... ¡como buenos amigos!» pensé sonriendo.

—¡N... no!

«Espera... ¿he dicho algo malo?» pensé confusa.

Lo vi dudar un momento.

«Antes... cogerle de la mano me relajó... Quizás si la abrazo, me sentiré mejor» pensó y yo sonreí. «¡¿Pero qué estoy pensando?! ¡Es una plebeya y...!».

Extendí los brazos y le abracé.

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NARRA DAMIAN

Mi corazón estaba a cien por hora y mi cuerpo estaba paralizado. No sabía qué hacer. Anya estaba abrazándome. ¡Literalmente!

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora