Capítulo 14

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NARRA ANYA

Pasó media semana y ya habíamos terminado los exámenes. Estaba agotada y solo pensaba en dormir. Había sido infernal.

Todo el mundo tenía la misma expresión de cansancio en su cara, lo cual hacía que saliese desapercibida.

Antes de que el día terminase, teníamos educación física. Nos vestimos con ropa de deporte y nos encaminamos al polideportivo.

«¡Anya está agotada... no quiere hacer deporte!» exclamé en mi mente.

—Hoy podréis hacer el deporte que queráis. Eso sí, debéis hacer deporte. ¡Como vea a alguien no hacer nada...! —nos amenazó el profesor de educación física.

Todos asentimos asustados y me acerqué adonde Becky, quien no se veía tan agotada como yo.

—Uff... ¿cómo estás? ¿Te apetece jugar a algo? —me preguntó, cogiendo un balón de la cesta—. ¿Te apetece baloncesto, voley, te...?

—Me apetece dormir —murmuré.

Becky me miró suspirando y los chicos se acercaron adonde nosotras.

—¿Jugáis a fútbol? Necesitamos a uno más —nos preguntó.

Becky negó al instante. Me miraron, pero no me di cuenta.

—¿Puedo jugar yo? —preguntó Ken apareciendo de la nada.

—¡Claro! —dijeron los chicos y Ken se despidió de nosotras.

—Pensaba que a Ken no le gustaba el fútbol... —murmuró Becky sorprendida.

—Anya ni se había dado cuenta que Ken estaba con nosotras... —dije atónita—. ¡Ah! ¡Tiene poderes! —dije sin pensar.

—Ja, ja, ja, qué tontas —escuchamos decir a Ewen, acercándose adonde nosotras junto a sus dos amigos.

Damian no dejaba de mirarme de forma extraña mientras Becky se peleaba con Ewen y Emile.

—¡Hecho! ¡Te reto a un partido de baloncesto! ¡A ver quién es el perdedor! —dijo Becky de repente.

—¡Nos parece bien! —accedieron ellos—. ¡Lord Damian, ponte en nuestro grupo!

Él pareció volver a la realidad, pues dijo:

—¿Eh? ¿Qué pasa?

«El Segundo está muy raro...» pensé.

Mientras le explicaban a Damian lo que haríamos, más estudiantes se unieron al partido.

—Haremos los grupos aleatoriamente —dijo una chica.

«¡Así seguro que me toca con Damian!» decía en su mente emocionada.

La miré atónita por lo que había pensado.

«¿El Segundo es bueno jugando al baloncesto? Nunca lo habría imaginado» pensé.

Para que los grupos se hicieran aleatoriamente, decidimos ir adonde Henderson ya que no nos decidíamos cómo hacerlos nosotros mismos.

Henderson fue diciendo nombres aleatoriamente hasta que esto pasó:

—Ewen, grupo A; Becky, grupo B; Damian, grupo A; Emile, grupo B; Anya, grupo A...

«¿Qué forma de hacer grupos es esa? Si anda diciendo "grupo A" y "grupo B" constantemente...» pensé extrañada.

—¡¿A la pareja le ha tocado juntos?! ¡Qué suerte! ¡Seguro que ha sido por decisión de Henderson! —se quejaba una.

Nos giramos adonde Henderson y vimos que se había quedado dormido, dando a entender que ni él se había dado cuenta.

«Me ha tocado con la enana... A ver qué sorpresas trae esta vez... Bueno, mejor esperemos que no traiga más sorpresas... Ya he tenido suficiente con los exámenes» le escuché decir a Damian. «No me esperaba que el examen de Literatura fuera tan complicado... Afortunadamente, me había preparado bien el primer temario».

«Cierto... El examen de Literatura ha sido infernal... Anya sigue sin entender lo que que significaba la pregunta de...» pensé cuando de repente recibí un balonazo.

Pensé que me iba a caer al suelo, cuando alguien me rescató.

—¡Abre los ojos! ¡Estamos en un partido! —me regañó Damian, levantándome.

«¡Qué poco espabilada es! Aunque... ¿le habrá dolido el golpe? Espero que esté bien... ¡¿Pero qué estoy pensando?! ¡Lo tenía merecido por andar en las nubes!» decía Damian.

«El Segundo es muy ruidoso...» pensé.

El partido continuaba e íbamos en un empate. No me había dado cuenta de lo bien que jugaban Ewen y Emile en grupos separados. Se quitaban el balón mutuamente constantemente. Parecía un partido profesional.

«¡Te voy a machacar!» decía Ewen.

«¡Te vas a enterar!» decía Emile.

No pasaban el balón a ninguno de sus equipos. Solo controlaban ellos el balón. Eran un no parar. Becky, por otro lado, intentaba conseguir el balón, pero los rápidos movimientos de Ewen y Emile se lo impedían.

«No se puede jugar con ellos» pensó Damian de brazos cruzados viéndolos correr de un lado para otro. «Si padre se enterara de que no he metido ni una sola canasta...».

Me acerqué adonde él.

—Segundo.

Antes de mirarme, miró alrededor por si alguien nos observaba.

—¿Qué quieres?

—¿Te preocupa tu padre? —le pregunté bajito.

—¡¿Eh?!

«¡¿Cómo lo sabe?!» pensó él.

—Se nota desde lejos que estás preocupado. ¿Necesitas que te anime?

—¡¿Eh?! ¡Claro que no! —El balón pasó cerca de nosotros y Damian intentó cogerlo con ansias, pero se lo arrebataron—. ¡Ugh! ¡Maldición!

«El Segundo es un gran mentiroso» pensé y miré el tiempo que quedaba. El partido pronto acabaría. «Debo conseguir ese balón... ¡por el bien de la misión y la paz mundial!».

En un momento determinado, corrí adonde el balón y lo conseguí. Lo boté hasta la canasta enemiga y cuando iba a encestar, Emile apareció en frente de mí para quitarme el balón.

No me rendí. Corrí detrás de él hasta que falló un bote. Conseguí arrebatarle el balón.

1 minuto. Faltaba un minuto.

Corrí con todas mis fuerzas adonde la canasta enemiga nuevamente. Conseguí lanzar el balón, pero Emile volvió a aparecer, desviándome la dirección del balón en el último momento.

«¡Va fuera!» pensé alarmada.

Ya casi no quedaba tiempo, cuando alguien de repente apareció: cogió el balón en el aire y lo encestó en el último segundo.

El polideportivo se llenó de vítores por parte de los otros alumnos. Les había maravillado el partido. Incluso el profesor Henderson, quien estaba disfrutando su siesta, se levantó de la silla para felicitarnos... o eso pensábamos.

—¡GRUPO B GANADOR, ENHORABUENA! —exclamaron—. ¡QUÉ GRAN PARTIDO!

En un abrir y cerrar de ojos, el equipo contrario se llenó de alumnos.

—¿Per... dimos? —pregunté sin creérmelo.

Damian miró el reloj y observó que el equipo B nos llevaba 3 puntos de más.

«Ups... pensé que esos puntos eran nuestros...» pensé culpándome internamente. «¡Ahora el Segundo no querrá ser mi amigo jamás!

Me llevé las manos a los ojos y empecé a lagrimear. Damian lo notó y se acercó adonde mí.

—Ven. Sígueme. —Cogió mi mano y me llevó a los vestuarios.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora