Léeme - Damian x Anya

Capítulo 28

NARRA ANYA

«¡Primer día de cole! ¡Qué guay!», pensé de manera sarcástica y con ganas de matarme. «Además... ¡es secundaria... y en la academia Eden!».

Aunque intentara animarme, era imposible tal y como habéis visto.

—¡Vamos, que llegaremos tarde! —me decía Damian desde el piso de abajo.

—Pero si aún falta media hora... —le decía sorprendida mientras bajaba las escaleras—. Yo siempre salía de casa cuando faltaban diez minutos...

—¡Y por eso no desayunabas y llegabas tarde! ¡Venga, ven a comer!

Gruñí y me dirige al comedor.

—Quiero mimir... —murmuré como una sonámbula.

—Mimirás cuando sea la hora correspondiente. Y ahora no lo es —me dijo Damian ofreciéndome una tostada—. Come.

Resoplé con fuerza mientras me comía la tostada con pocas ganas.

—¡No, cuñadita, así no te alimentarás lo suficiente! ¡Come esto! —me dijo Demetrius, ofreciéndome unas magdalenas.

Le sonreí, casi aceptando las magdalenas.

—¡No, tiene que comer cosas más saludables! —interrumpió Damian—. Anya, si tienes hambre, come más tostadas —me dijo.

—¡Pero mira que flaca está! ¡Tiene que tener muchas energías para empezar bien el curso! —farfulló Demetrius.

—¡No, que coma tostadas!

—¡No, que coma magdalenas!

—¡PARAD! —dije al final, callándoles a los dos—. Umm... Quiero decir... —tartamudeé—. Tomaré té —se me ocurrió y me levanté para prepararlo.

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Nada más llegar a Eden, sentí mil y un miradas a mi alrededor. No reconocía a ninguna de ellas, ya que habían pasado muchos años desde la última vez que pasé por ahí.

«¡¿Es Anya?! ¡¿Qué hace con el mismísimo Damian?!».

«¡¿Cómo se atreve esa chica a estar al lado del grandísimo Damian?!».

«¡Me va a oír esa plebeya en cuanto me vea!».

«Tengo miedo. Acabo de comenzar y ya todos me odian», pensé con ganas de llorar.

—Ey, ¿estás bien? —me preguntó Damian. Le miré aterrorizada—. Ya veo... Todo irá bien. No te preocupes.

—Segundo, los primeros tres pensamientos que he escuchado han sido de puro odio hacia mí. No creo que sobreviva como estudiante en Eden... —dije paranoica.

—No tengas miedo. Yo te protegeré —me dijo tomándome de la mano.

Me ruboricé un poco.

«¡¿QUÉ HACE ESA DESGRACIADA TOMANDO DE LA MANO DE MI DAMIANCITO?!».

«¡OJALÁ TE MUERAS, PUERCA!».

«¡SINVERGÜENZA!».

Solté la mano de Damian rápidamente.

«Definitivamente, la escuela da miedo», pensé temblando de miedo. «Sobre todo la secundaria... Socorro... ¡Que alguien me salve!».

Entramos en Eden y vimos a un montón de estudiantes en frente de unos carteles.

—¿Qué son esos carteles? —le pregunté a Damian.

—Son las clases para este año. Nos han cambiado de aulas —dijo Damian un poco triste.