Capítulo 6

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NARRA DAMIAN

Estaba demasiado avergonzado. Me había olvidado completamente de que podía leerme la mente. Me sentía un estúpido. No quería ni imaginarme las veces que me habría leído la mente cuando éramos pequeños...

Afortunadamente, en aquel entonces Anya era inocente...

—Umm..., Anya —dije nervioso. Ella me miró atentamente—, quería hablar contigo.

—¿Ah, sí? ¿De qué? —preguntó ella.

—Van a... venir unos amigos míos a casa sobre las cuatro de la tarde y... —empecé diciendo.

—Oh... —dijo ella desviando la mirada—, no te preocupes. No te molestaré. Puedo quedarme en mi cuarto...

—En realidad —le interrumpí—, quería... que estuvieras con nosotros. —Me miró sorprendida—. Seguro que te llevas bien con ellos...

Anya desvió la mirada y asintió con la cabeza. Y, sin decir nada más, subió las escaleras.

Me llevé una mano a la boca, pensando que había dicho algo que no debí.

~~~

Unas horas más tarde, Demetrius regresó a casa. Nada más verlo, me asusté de lo alegre que estaba. Demasiado alegre...

—¿Estás bien? —le pregunté con extrañeza.

—Sí, ¿por qué lo dices? —me preguntó alegremente.

—Nada, por nada... —decidí contestar.

Me di la vuelta al escuchar el timbre.

—Son ellos —dije dirigiéndome hacia la puerta.

—¿Quiénes? —preguntó él siguiéndome.

Abrí la puerta.

—¡Hola, Dami! —me saludaron todos.

—¿Dónde está Anya? —preguntó Becky inmediatamente, asomándose por la puerta—. Uy, hola, Deme —le saludó nada más verlo, guiñándole con un ojo discretamente.

Suspiré.

—Anda, entrad —dije, dejándolos pasar a todos.

Mira cruzó cerca de Demetrius y vi cómo se miraban con odio. Todavía no se habían perdonado.

—¡Jefe, te hemos traído aperitivos! —dijeron Emile y Ewen nada más llegar a la cocina conmigo y con Demetrius.

—Ah, vale. Iba a daros yo los aperitivos, pero como ya los habéis comprado...

Emile abrió las bolsas, enseñando lo que habían comprado.

—¡¿QUÉ?! —grité demasiado alto, quitándoles las bolsas y alejándolas de ellos.

Demetrius echó unas carcajadas.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Ken de repente entrando por la puerta masticando un chicle.

Me tapé la cara de la vergüenza. Demetrius cerró la puerta y le enseñó a Ken lo que Emile y Ewen habían comprado.

Abrió tanto la boca que casi se le cayó el chicle.

—¡Vamos! ¡Alcohol! —lo celebró sin ningún disimulo.

Apreté los dientes y les volví a quitar las bolsas con las botellas.

—¡Os prohíbo traer esto! —dije avergonzado—. ¡Ya sabéis lo que pasó la última vez!

—¿Cuándo...? —preguntaron.

—¡El día que terminamos el curso! ¡Vinisteis para celebrarlo y papá se enteró! ¡Me castigó durante dos meses enteros de verano! —les dije furioso.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora