Capítulo 23

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NARRA ANYA

«El Segundo me mira raro. ¿Me va a insultar otra vez? Voy a ir preparando mi puño por si acaso. No vaya a ser que se burle de mí sin estar preparada para darle su merecido por segunda vez» pensé.

—Bueno, Damian, ¿qué piensas de ella? —preguntó de repente Becky—. Habla —insistió Becky ansiosa.

«¿Tan importante es que le diga lo que piensa de mi vestido? Bueno, no es mío, más bien, es de Becky» pensé.

—¡¿Qué impor...?! —Todos lo miramos confusos—. Que... quería decir... No está mal.

—¡¿No está mal?! ¡¿Eso es lo que le dices a tu novia?! Pobrecita..., la harás llorar. —Becky me abrazó y fulminó a Damian con la mirada.

—¡¿Qué más quieres que diga?! —Todos volvieron a mirarlo sorprendidos—. Es... está bonita...

—Disculpa, no he conseguido oírte —dijo Becky molestándolo.

—¡No pienso repetirlo! ¡Vamos, Ken! —dijo él, llevándose a Ken consigo y alejándose de nosotras.

«¡La misión!» me alarmé.

—Aaay, Anya, qué mala decisión escogiste... ¡Y eso que había hombres...! —dijo ella resoplando y separándose de mí—. Bueno, hay que entender que a veces el amor que nos llega no es lo que nos esperábamos y, lamentablemente, no podemos hacer nada más que aceptarlo...

Becky se dirigió al bufet, dejándome totalmente confundida.

«¿Eh?».

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NARRA DAMIAN

«¡Qué linda estaba!» pensé sin evitarlo. «¡¿Pero qué estoy diciendo?!».

—Me vas a romper los huesos como sigas apretándome la mano de esa manera...

Miré su mano y luego a él con indiferencia.

—Si no estoy haciendo fuerza...

Ken miró su mano, totalmente roja.

—Dami, no siento mi mano —dijo él, enfureciéndome aún más.

—¡No me llames así! —Le apreté más la mano.

—¡AAAAHHHH! —gritó él como una niña.

Le solté y Ken le echó aire a su mano.

«Qué tiquismiquis» pensé.

Alcé mi mirada y por una ventana vi algo que me llamó la atención.

—¡Ken, ven! ¡Vamos a ver algo alucinante! —le dije, emocionado, llevándolo al exterior del castillo.

—¡Nooo, otra vez mi mano noooo! —volvió a "exagerar".

Una vez fuera, vi algo que no me esperaba en absoluto.

—¿Emile? ¿Ewen? —dije atónito—. ¿Qué... hacéis?

—¡Jefe! —dijeron los dos a la vez y se me acercaron corriendo.

—¡Eh, ni se os ocurra tocarme! ¡Estáis empapados!

—¡Pero, jefe, el agua está buenísima! ¡Date un chapuzón con nosotros! ¡Ya verás qué bien te lo pasas con nosotros en la piscina!

Así es, había una piscina enorme fuera del castillo. Como era invierno, el agua estaba templada. No había mucha gente: solo estábamos nosotros junto a algunas niñas de nuestra edad que se estaban divirtiendo jugando con un balón de plástico.

—No he traído el bañador. No pienso meterme al agua —sentencié.

—¡Nosotros tampoco y no pasa nada, jefe! ¡Nadie nos verá! Ja, ja —dijeron ellos dos.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora