Capítulo 31

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NARRA ANYA

Jamás me había puesto tan nerviosa. Tenía el corazón a mil por hora mientras sentía como mi cuerpo empezaba a temblar cada vez más. Además, me estaba quedando sin aire.

Nada más sonar el teléfono, supe que se trataba de Damian, quien estaba llamándome para advertirme de que Emile no sentía lo mismo por Becky, lo cual fue lo que previamente le pedí que hiciera.

Y ahora Becky estaba al teléfono, lo cual quería decir que pronto se enteraría de que Emile iba a rechazarla y que yo estaba involucrada. ¿Eso quería decir que dejaríamos de ser amigas? ¿Eso quería decir que, en vez de progresar en la misión, estaba empeorándola? De esa manera, no solo chi chi tendría menos accesibilidad a la información de los Blackbell, sino que, además, yo perdería a una amiga de verdad: mi única amiga.

¿Qué sería de mí a partir de ahora? Becky dejaría de hablarme, ser amiga de Damian sería mucho más difícil, todos hablarían mal de mí.

Estaba en un lío enorme. Sin embargo, no podía arriesgarme a perderlo todo ahora. Debía hacer todo lo posible por arreglarlo.

—Oh, eres tú, Damian. Qué sorpresa. ¿Necesitas algo? —dijo Becky por teléfono.

—Becky, debes saber algo —dije de repente, llamando su atención.

—Ahora no, Anya. Estoy hablando con Damian —me dijo ella.

—¡Te he traicionado! —dije de repente, haciéndolos callar tanto a Becky como a Damian—. ¡No merezco ser tu amiga! —Empecé a llorar.

—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —me preguntó preocupada.

—Yo... yo... he sido la culpable de que Emile se enterara de antemano que te gustaba —admití llorando.

—¿Cómo? —se sorprendió.

—¡Yo solo quería que Emile no te rompiera el corazón! ¡Pero solo he empeorado las cosas! ¡Lo siento mucho! —le dije en voz alta.

—Pero... pero... —murmuró.

—Sé que no he sido tu mejor amiga, pero... ¡no quería verte sufrir por él! Yo... he estado bastante confusa últimamente porque... no entendía mucho acerca del amor... ¡pero tu cómic me ha hecho entender que ese sentimiento existe de verdad y que es muy difícil que desaparezca! —Becky me miró con tristeza—. Yo... solo quiero que seas feliz, Becky. Tú... has sido una de las personas más importantes para mí aunque no lo parezca. ¡Así que si quieres estar con Emile, no te lo impediré! ¡Y si te rechaza, te apoyaré porque eres alguien muy especial para mí, Becky!

Becky derramó varias lágrimas y corrió adonde mí para darme un abrazo.

Ambas lloramos durante un buen rato, hasta que Becky se separó de mí.

—Anya, jamás pensé que yo fuera alguien tan importante para ti. Y la verdad es que... te lo agradezco de corazón. Ha sido un discurso precioso y superemotivo —me dijo ella.

—Becky, muchas gracias por perdonarme. ¡He sido una pésima amiga! —admití.

—Respecto a eso... —dijo ella mirando al teléfono—, creo que han habido confusiones.

La miré confusa.

—¿Confushiones?

—Sí... Verás, no tengo idea de lo que Damian pinta en esto, pero yo... ya le confesé mis sentimientos a Emile... cuando tú no estabas.

De repente, sentí que me había dado un ataque al corazón.

—¿A sí? —dije sin poder creérmelo.

—Sí... Y he tenido la suerte de que él también siente lo mismo por mí, así que actualmente estamos saliendo.

Sentí cómo un gran peso se me quitaba de encima.

—Así que..., aclarado esto, ¿podrías explicarme lo que ha pasado con Damian y... tú en mi ausencia? —me preguntó con picardía.

Me sequé las lágrimas y me acerqué al teléfono.

—¿Segundo, sigues ahí? —le pregunté.

—Sí... —Su voz estaba diferente, como asustada.

—¿Qué ibas a decirme? —le pregunté.

—Pues... eso. Que Emile ya estaba... saliendo con Becky. ¡Me has hecho perder el tiempo, tonta! —Apreté los dientes y le colgué—. ¡Ton...!

Becky me miró sin entender nada.

—Yo..., como te he dicho antes, quería que Emile no te rechazara y, afortunadamente, encontré esta habitación en la que había un teléfono. Decidí llamar al Segundo para que me ayudara. Le dije que contactara con Emile para... decirle que te gustabas de él para así, recibir una respuesta antes. Si decía que también se gustaba de ti, no haríamos nada, pero, en el caso de que no, intentaría que... tú nunca te confesaras a él, supongo... —expliqué arrepentida.

—Anya... —me dijo Becky apenada—, no tenías porqué hacer eso.

—Lo sé, me he comportado como una tonta, tonta de verdad.

—Pero, al menos, lo bueno es que has aprendido de tu error y que no lo volverás hacer, ¿cierto?

—Así es —respondí y nos abrazamos nuevamente—. ¿Y... —me separé de ella— esto significa que te olvidarás de chi chi?

Becky se rio un poco.

—Sí, me olvidaré de Loid, lamentablemente. Ahora tengo a una persona que me corresponde mis sentimientos, así que dejaré a tu papá en paz. —Me sacó la lengua.

Le sonreí.

—Por cierto, me preguntaba... —Desvié la mirada—. En el hipotético caso de que tú pudieras conseguir cualquier cosa barata, ¿qué elegirías?

Becky se rio.

—Anya, eso me dejan hacer siempre, así que no es un caso hipotético para mí, ja, ja, ja —se rio mientras yo la fulminaba con la mirada—. ¿Lo preguntabas para regalarme algo para el día de los Reyes Magos?

«Me pilló» pensé.

—Quizás... —murmuré.

—Anya, sabes perfectamente que no tienes por qué regalarme algo. Con tus disculpas de antes es más que suficiente. No hay regalo que puedan superar las palabras que me has dicho. Es algo que recordaré toda mi vida —me dijo sonriéndome.

Me ruboricé un poco.

—¿A sí? Entonces habérmelo dicho antes porque tenía pensado regalarte un collar... del chino —dije de repente, haciendo que Becky pusiera los ojos en blanco.

—Anya, regales lo que me regales, lo atesoraré —me dijo ella suspirando.

—Entonces... ¿puedo regalarte una piruleta?

—Supongo..., siempre y cuando no la hayas mordido antes...

—¿Y una hoja?

—Ja, ja... —No me reí—. ¿Era una broma, verdad?

Me quedé pensando hasta que se me ocurrió una idea.

—¿Y si... te regalo una foto?

—¿Una foto?

Asentí.

—Si nos sacamos una foto, la imprimiré y te la regalaré. ¿Te parece bien? —le pregunté y Becky me sonrió.

—Eso ya me gusta más.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora