Capítulo 91

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NARRA ANYA

Alguien llamó a mi puerta, pero rápidamente supe de quién se trataba.

Abrí la puerta, encontrándome cara a cara con Damian, quien, por alguna razón, me miraba seriamente.

Todo estaba siendo muy incómodo.

—Anya, ¿puedo hablar contigo por un momento? —me preguntó.

Miré la hora. Eran las ocho de la noche.

—Claro —dije y le dejé pasar.

—Anya... —suspiró—, solo quería decirte que yo... te...

Se me paró el corazón.

«ESPERA... ¡¿ESTO NO SERÁ...?!», pensé por un momento, paralizada.

Como se me cambió la cara a una de sorpresa, asusté un poco a Damian.

—...te quería ayudar con..., ya sabes..., el examen... que tienes... mañana —terminó diciendo un poco nervioso y confuso por mi reacción.

Eché un suspiro.

«¡¿QUÉ ME PASA?! ¡¿POR QUÉ PIENSO EN COSAS RARAS?! ¿Quizás... sea por lo de ayer? ¿Quizás por... haber vuelto a pensar... por un instante... que... me... quería?», pensé poniéndome roja como un tomate. «¡Soy una imbécil! ¡Una tonta! ¡¿Por qué pienso en cosas tan insensatas?! ¡Deberían repararme el cerebro!».

—Gra... gra... gracias —dije y me acerqué al escritorio.

Pasamos una hora estudiando juntos. A decir verdad, me encantaba cuando hacía eso. Me parecía... mucho más atractivo cuando me enseñaba... A lo mejor se debía a que me recordaba al tío Yuri y a las clases que me daba de pequeña en casa. Me sentía una privilegiada cuando me explicaba las cosas. Era como tener al mismísimo Einstein como profesor.

—Y eso... ¿Me has entendido? —me preguntó—. ¿Necesitas que te lo vuelva a explicar?

Negué con la cabeza.

—Creo que ya me has explicado suficiente... —Le miré a los ojos—. Muchas gracias, Segundo.

Se sonrojó.

«Qué mono es cuando se sonroja...», pensé todavía observándole con una sonrisa.

«Qué linda es... ¡QUIE... QUIERO DECIR...!», pensó él nervioso.

—Tú más —se me escapó, me tapé la boca y miré a otro lado, queriendo desparecer.

Damian no dijo nada por un momento.

—No —le miré—, tú eres mucho más linda que yo.

Abrí los ojos.

—Claro que no.

Se puso serio.

—Anya, voy en serio.

—¡Yo también! —exclamé inflando las mejillas.

Se acercó.

—Claro que no. Tú eres preciosa y yo...

Se quedó en silencio y se sonrojó aún más.

—No —dije—, para mí tú... eres muy atractivo.

«¡Espera...! ¡¿QUÉ ACABO DE DECIR?!», pensé.

—No, ¡tú eres la más atractiva, Anya!

—¡Que no! Tú eres... mucho más guapo.

—Tú lo eres más.

—Segundo —le miré fijamente—, para mí eres... mucho más guapo... que muchos otros chicos.

«No me lo puedo creer... Estoy diciendo cosas que solo me guardo para mí misma... ¡ES COMO SI HUBIERA PERDIDO EL CONTROL ABSOLUTO SOBRE LO QUE DIGO!», pensé asustada.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora