Capítulo 60

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NARRA DAMIAN

No podía dejar de darle vueltas a lo que había ocurrido. Me encontraba actualmente en casa, observando fijamente la Stella recibida. Brillaba tanto...

...como los ojos de cierta enana de pelo rosado que conocía.

El beso que me dio en la actuación me cautivó demasiado. Jamás pensé que lo admitiría, pero acabé aceptándolo. Sí, me gustó, ¿y qué?

Solo fue un beso tonto y, además, obligatorio. Obviamente ambos tuvimos que hacerlo para conseguir lo que queríamos. No significó nada más.

Pero... seguía replanteándome el porqué Anya dijo al principio que no podía besarme:

—¡Es un desastre! ¡Un desastre total!

—¿Qué pasa, Anya?

—¡No puedo besarle!

«Debo admitir que sus palabras me dolieron un poco», pensé.

No supe lo que quería decir. Pero me confundió aún más el hecho de que acabara besándome en la mejilla, fingiendo que lo hacíamos en los labios.

Todo fue bastante extraño...

—¡Hermanitooo! —me llamó el pesado de mi hermano, entrando por la puerta con trayendo consigo varias bolsas de comida y bebidas—. ¡Ven, vamos a celebrarlo!

Le miré confuso.

—¿De qué hablas? —le pregunté como si no lo conociera.

—¡Calla y ven! —me dijo arrastrándome fuera de la habitación.

Me sorprendí aún más al ver a Emile, a Ewen y a Ken en mi casa. Me tomó desprevenidamente.

—¡Fiesta de chicos! —dijo Ken atiborrándose de tarta.

—¡¿Qué... está pasando aquí?! —pregunté, tapándome la cara de la vergüenza que estaba pasando—. ¡Padre puede aparecer en cualquier momento y...!

—¿Qué está pasando aquí? —Me dio un buen susto ver a mi padre a mi lado.

—¡Pa... padre! —dije y él me miró seriamente—. ¡No... no es lo que parece!

—¿Estáis haciendo una fiesta... en mi casa? —preguntó firmemente.

—¡No no no no! —negué rotundamente.

—Sí —respondió Ken con la cara llena de tarta.

Apreté los dientes y le amenacé con la mirada a Ken.

Padre suspiró y miró a Demetrius.

—Respóndeme tú, Demetrius. ¿Qué quiere decir todo esto?

Él se volvió hacia padre.

—Umm... Estamos celebrando que... Damian ha conseguido la Stella —dijo de repente y Emile le miró mal— y Emile también, claro.

Padre volvió a mirarme y yo asentí varias veces.

—Bueno, está bien. Podéis hacer... esa fiesta —Demetrius sonrió—, pero os estaré vigilando, así que tenéis prohibido hacer ningún estropicio. Todo aquello que acabe roto o ensuciado, será arreglado como sea.

—Gra... gracias —respondimos todos.

Cuando padre se fue, empezó la locura.

—¡¿Pero qué os pasa?! ¡¿Cómo se os ocurre hacer esto aquí, en mi casa?! —les grité.

—¡Ha sido Demetrius! —respondió Ewen mientras bailaba La Macarena.

—¡¿Y tú no estabas mal?! —le pregunté.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora