Capítulo 43

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NARRA DAMIAN

Estaba supernervioso. Nunca antes me había sacado una foto... ¡con la enana! No sabía qué hacer. ¿Qué postura debía poner? ¿Tenía que sonreír o no? ¡No quería salir en ridículo, pero tampoco de manera demasiado formal!

—¡Decid... patata! —nos dijo la chica sacándonos una foto.

—¡Patata! —dijo Anya con una sonrisa.

Estaba seguro de que ella había salido tan hermosa como siempre, pero yo...

—Vaya, qué pena... —dijo la chica—. Has cerrado los ojos.

—¿Yo? —dijo Anya sorprendida.

—Sí, habrá que repetirlo...

Vale, iba a tener una oportunidad más. Debía mantenerme relajado, sonreír un poco, y no... cerrar... los... ojos.

Era muy sencillo. Debía hacerlo bien.

—¡Y... listo! —dijo la chica. Miró la foto—. Guau... ¡quedó fantástica! Esperad, que la imprimo.

—¿La puedes... imprimir? —preguntó Anya.

—Sí, porque es una cámara instantánea.

Esperamos a que la imprimiera, lo cual no tardó mucho, y nos la dio.

Vi la foto y me sorprendí.

—¡Guau, me encanta! —dijo Anya—. ¿A ti te gusta, Segundo? —me preguntó.

—Sí..., salimos muy bien —admití.

—Esperad, que imprimo otra. —La chica me dio otra a mí.

—Vaya, gracias —le dije y me la guardé—. Anya, tenemos que ir a la farmacia —le recordé.

—Ay, es verdad... ¡Bueno, luego regresaremos, chica amable! —le dijo a la chica, quien se rio.

—Me llamo Vanesa. ¿Y tenéis que ir a una farmacia? A la vuelta de esta esquina hay una, pero cerrará enseguida. Deberíais daros prisa —nos dijo.

—¡Ahh, vamos Anya! ¡Que no nos dará tiempo! —le dije apurado.

—¡Vale, nos vamos! ¡Hasta ahora, Vanesa! —nos despedimos.

Corrimos en esa dirección y llegamos por los pelos.

—¿Eh? Perdonad, pero ya íbamos a cerrar... —nos dijo la farmacéutica.

—¡No, no, no! ¡Necesitamos algo con urgencia! —le dije cansado por haber corrido tanto.

—¡Es una cosa de vida o muerte, señorita farmacéutica! ¡Lo necesito! —dijo Anya tan cansada como yo.

Nos echó un vistazo sospechoso.

—No os estaréis refiriendo a una prueba de embarazo, ¿verdad? —soltó de repente la farmacéutica con una sonrisa—. Espero que no, puesto que sois muy jóvenes.

Me sonrojé.

—¡No lo necesitará si no nos damos prisa! —dije apurado.

—Ah, menos mal. Es que vosotros, dos jóvenes de unos quince años, aparecéis de repente aquí durante la noche y me decís que es una cosa de vida o muerte... No he podido evitar pensar que necesitabais una prueba de embarazo. A decir verdad, esto me ha pasado más de una vez... —La mirábamos asustados—. ¿Entonces a qué habéis venido? ¿Qué otra cosa necesitaríais? —nos preguntó pensativa—. ¿Preservativos, quizás?

—¿Prese... qué? —preguntó Anya.

Me sonrojé aún más.

—¡No, eso tampoco! —dije negando con la cabeza.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora