Capítulo 82

3.2K 278 542
                                    

NARRA ANYA

Todo lo que pasó en la boda hizo que dudara de que las cosas entre Damian y yo siguieran siendo las mismas. Literalmente... nos besamos. ¡Nos besamos siendo amigos!

Eso ya no era excusa. Una cosa era preparar unos votos matrimoniales ya memorizados y con un objetivo en mente, pero otra cosa ya era besarte, lo cual fue lo que tanto él como yo hicimos.

Porque, en realidad, pudimos habernos besado en la mejilla, lo cual fue exactamente lo que yo hice tras habérmelo pensado mejor... entonces, ¿por qué nos besamos en los labios?

Quería averiguarlo.

—No... lo sé. Yo también... ando algo confuso últimamente.

Damian no parecía ser sincero.

No hablamos durante un buen rato. No sabíamos qué decir. Solo... nos observábamos en la oscuridad mientras escuchábamos a los demás callarse poco a poco hasta el punto de que un silencio se creara en todo el cuarto.

Damian y yo éramos los únicos que seguíamos despiertos.

—Segundo... —le susurré un rato después—, aunque estés confuso y dudes de si seguimos siendo amigos..., ¿me consideras tu amiga por lo menos?

—Sí —dijo rápidamente—. ¿Y tú?

—Yo también.

Nos volvimos a callar.

—¿Te gustó... el beso? —me preguntó Damian en un susurro.

Intenté no sonrojarme.

«Si le digo que sí, las cosas entre nosotros podrían confundirse todavía más. ¡Necesito aclarar todas mis dudas!», pensé.

—¿Por qué nos besamos, Segundo? —Me miró sin entender—. No había necesidad. Podríamos simplemente habernos besado en la mejilla... ¿Qué fue... lo que nos pasó?

No supo qué contestar.

—No... estoy seguro —murmuró—, pero... —le miré— pienso que solo... —me miró— teníamos ganas de... hacerlo.

«¿Qué...? ¿Ganas de besarnos? ¿Eso... es posible? ¿Unos amigos como nosotros pueden... tener ganas de... besarse... EN LOS LABIOS?», me pregunté asombrada.

—¿Lo... lo dices en serio? —Asintió, avergonzado—. ¿No me estarás vacilando?

—No. —Negó con la cabeza—. Te lo digo... de verdad, Anya.

Le miré a los ojos y me acerqué a él.

—¿Como... anoche? —le pregunté.

—¿Qué?

—Anoche... también... intentamos besarnos —le susurré—. ¿Te refieres a esas... ganas?

Él, rojo como un tomate, asintió.

—¿Qué... opinas?

—¿De que unos amigos como nosotros se besen? —Él asintió avergonzado—. No sé... Mi teoría es que... estamos tan desesperados por no ser correspondidos, que solo buscamos ser complacidos entre nosotros.

Damian se quedó sorprendido.

—O... opino lo mismo —contestó.

—¿En serio? —le pregunté—. ¿Piensas lo mismo que yo?

Asintió.

—Yo... lo... deseo... —admitió muy, muy rojo.

«¡¿Desea... BESARME?!», me pregunté atónita.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora