Capítulo 21

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NARRA ANYA

Pasaron varios meses desde aquello y llegó Nochebuena.

Estaba hablando por teléfono con Becky, felicitándonos por ser Nochebuena.

—¡Yo quería un poni y no me lo regalaron!

—¿Un poni? ¿Por qué?

—¡Pues porque son adorables!

—¿Y qué te regalaron? —pregunté interesada.

—Pues... diez cómics, un nuevo móvil, un tele nueva, tres relojes...

—Vale, vale, Anya ya lo ha entendido —dije un poco envidiosa.

—¿Y a ti qué?

—¿A mí?

—Sí... ¿Qué querías por Navidad?

—Pues... un castillo de princesas.

—Ummm... ¿Y te lo han regalado?

—No. Me han regalado un castillo de princesas... de juguete y peluches.

—Igual no especificaste eso de un castillo de princesas de verdad...

—Pensaba que lo habían entendido —murmuré—. Realmente me hacía ilusión tener uno...

Becky se quedó pensando.

—¡Ya lo tengo! ¡Iremos a uno de verdad!

—¡¿En serio?! —exclamé emocionada.

—¡Sí, papá puede alquilarme un castillo y ahí podemos celebrar la Navidad! ¡Oh, ya sé! ¡Podemos ir al castillo de los Billingtons! ¿Qué te parece?

«Me recuerda al día en el que chi chi me hizo lo mismo» pensé.

—¡Sí!

—¡Genial! Solo me falta invitar a gente...

—¿Invitar? ¿No vamos solo las dos? —pregunté confusa.

—Obviamente no, no sería tan divertido...

—¿Entonces a quiénes invitarás?

—Ay, Anya. No te preocupes porque Damian será invitado. Tenlo por seguro —dijo ella riéndose.

Me quedé pensando.

—Igual ya tiene su Navidad planeada —deduje.

—Nunca lo sabremos si no le invitamos —me dijo ella.

Acabó colgándome, así que decidí salir de la habitación para avisarles a mis padres, quienes estaban construyéndome el castillo de princesas de juguete.

—¡Esto no encaja! —exclamaba mamá intentando poner una pieza encima de otra con todas sus fuerzas casi al punto de romperlo todo.

—Según las indicaciones, estamos haciéndolo mal, pero, científicamente, estaríamos haciendo el castillo mucho más estable puesto que... —decía papá como si lo que estuviera diciendo lo estuviera pensando.

«Igual no es el mejor momento...» pensé dubitativa.

—Anya, ¿prefieres mantener el color o quieres que lo pintemos? —me preguntó mamá con dos piezas rotas en las manos.

«Tiene las manos ensangrentadas...» me dije con miedo.

—Umm... no hace... falta... —dije asustada y me fui corriendo.

«Hablaré con ellos más tarde» pensé.

Cuando estábamos comiendo, aproveché la ocasión para hablarles sobre el tema.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora