Capítulo 4

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NARRA DAMIAN

—¡¿ANYA?!

—Sí, Damian, sí.

Íbamos los dos caminando hacia la cocina.

—No —farfullé con el corazón latiéndome a toda velocidad—, esto... debe ser una broma. Me estás mintiendo seguro. Te conozco, Demetrius, y sé que tú te sueles comportar así conmigo para burlarte de mí. Anya es imposible que esté aquí en este preciso momento.

—Ya, pues míralo por ti mismo.

Demetrius abrió la puerta y, de repente, vi la silueta de Anya. Había cambiado muchísimo. No parecía ella. Eso sí, estaba mucho más guapa. Parecía un ángel.

Cerré la puerta de un portazo nada más ver que ella estaba a punto de girarse hacia nosotros.

—¡Eh, ¿qué haces?! ¡Salúdala! —me dijo Demetrius intentando abrir la puerta.

—No... —exclamé—. Comeré en mi habitación. Necesito estar a solas —dije corriendo a mi cuarto.

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NARRA ANYA

—¿Qué ha sido eso? —pregunté mirando hacia la puerta que se había cerrado de golpe.

El señor se levantó y se dirigió a ella.

—Seguro que han sido mis hijos —dijo abriendo la puerta y encontrándose con el chico de antes—. Bueno, uno de ellos...

Él sonrió con timidez y se sentó a mi lado.

—Umm..., así que tú eres... —dije sin saber qué decir.

—Llámame Deme —dijo sin más.

—Deme... ¿De qué me suena ese nombre? —pregunté comiendo un poco de pan. Empezó a ponerse nervioso—. ¿Te conozco?

—Ehh... —Melinda y su esposo nos miraban fijamente—, no lo creo.

«Umm... No sé por qué he preguntado esto. ¿Me estaré volviendo loca?», pensé.

—Y... cuéntanos —dijo Melinda para romper el hielo—, Anya. ¿Cómo te ha ido en Francia?

—Muy bien. He conocido a mucha gente —contesté—. Todos me han caído muy bien.

—¿Cuán bien? —preguntó Deme de repente.

—Uh..., pues..., no sé. Me he hecho amiga de mucha gente.

—¿Ah, sí? —siguió diciendo.

—Sí.

—¿De cuánta gente?

—No los he contado.

—¿Muy, muy buenos amigos?

—Algunos sí.

—¿Cuántos?

—Tampoco los he contado.

Deme gruñó y miró a otro lado.

«No voy a hablarles de Luka. No los conozco muy bien. Por ahora me han dejado una buena impresión, pero... no me siento segura hablándoles de mi romance con él», pensé.

—Bueno, Anya, prueba la ensalada que hemos preparado. Es de una huerta que tenemos. Está muy fresca. Te va a gustar —me recomendó Melinda.

—A ver —dije llevándome unos trozos de ensalada a la boca—. Vaya, pues sí que está fresca. Qué rica.

Los dos exesposos me miraron con una sonrisa.

Me encantó la comida. De hecho, acabé llena de tanto comer.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora