Extra 7

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NARRA ANYA

—¡Diana, te he dicho más de una vez que dejes de destrozarle los peluches a tu hermano!

—¡Pero, mami, él no deja de moleshtarme! ¡Davet esh muy irritante!

Habían pasado seis años desde entonces.

Davet fue el primero en nacer. Nació en julio, tal y como Demetrius lo predijo. A veces podía prever cosas increíbles tal y como su abuela Marie, que en paz descanse.

Por otra parte, tres años después, nació Diana, una diablilla que podía desesperarte incluso en tu día más tranquilo y pacífico. Era alguien con quien si no tenías mucha paciencia, tenías que hablar las cosas para solucionarlas ya que si recurrías a la violencia, ibas a acabar muy mal.

Por otro lado, Davet era totalmente lo opuesto: alguien tranquilo, pacífico,  estudioso, amante de la lectura, del arte, del cine, de la música..., sin embargo, podía llegar a ser un poco paranoico e insociable. Era... una mezcla entre Damian y yo.

Bueno, Diana también lo era, tal y como os he dicho anteriormente.

—Pues habla con él. Ya verás cómo os reconciliaréis mutuamente —le intenté animar calmadamente.

—¡Pero Davet...!

—Venga, habla con él. Yo te ayudo. —Le sonreí y le agarré de la manita.

Infló las mejillas y, enfurruñada, me dejó guiarla hasta la habitación de Davet.

—¿Qué pasa? Estoy estudiando —dijo él con las gafas puestas.

Miré a Diana y esta echó un suspiro.

—Quería decirte que... lo shiento... —murmuró ella—. He... deshtrozado a... tu oshito... —admitió, enseñándole a un oso de peluche descosido completamente.

Davet jadeó y empezó a llorar.

—¡NOOO! ¡EL OSITO NOOO! —exclamó dirigiéndose adonde ella para arrebatarle el peluche de las manos. Empezó a llorar y lo abrazó con fuerza—. ¡Diana, siempre le haces lo mismo a mi osito! ¡¿Cuántas veces tengo que repetirte que no le descosas?! ¡Que esto no vuelva a ocurrir!

—¡Pero el sheñor Fernandt fue el que empezó la batalla! ¡La agente Dulcinea esh inocente! —murmuró eso último.

«¿De dónde se habrán aprendido esas palabras?», me pregunté.

La agente Dulcinea era un peluche de conejo que Damian y yo le regalamos a Diana nada más nacer. Desde entonces, no se despegó de él.

Davet suspiró.

Diana volvió a inflar las mejillas y se escondió debajo de la cama de Davet.

«¿Qué hace?», me pregunté, bajé la cabeza y me encontré con sus ojos verdes enfocados en su peluche.

—No she preocupe, Dulcinea. El sheñor Fernandt eshtá muy herido. No shobrevivirá en la próxima batalla. Lo que yo le recomiendo, agente Dulcinea, esh que nosh enfoquemos en la shiguiente mishión —le escuché susurrar.

—¿Diana? —pregunté.

La vi inquietarse.

—¡Oh, no! ¡Nosh deshcubrieron! ¡Esh hora de que nosh retiremosh! ¡Losh eshpíash nunca deben llamar la atención! —exclamó susurrando, agarró al peluche de conejo y salió corriendo de la habitación.

«En fin...», pensé suspirando.

Me dirige adonde Davet y le vi estudiando.

—Cariño, ¿estás seguro de querer seguir estudiando? No deberías sobreesforzarte por el simple hecho de saber que mañana tendrás tus primeras clases en la academia Eden —le dije, acariciando su cabello rosado.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora