Léeme - Damian x Anya

Capítulo 44

NARRA ANYA

El festival era simplemente hermoso. La gente caminaba alrededor nuestro, vestidos de forma alegre. Había farolillos por todas partes. La música era tranquila y serena mientras se combinaba con los gritos de emoción de los niños divirtiéndose en los alrededores.

Me habría gustado haber ido a los festivales en más ocasiones. Desde mi estancia en Francia, había salido menos a la calle, lo cual hizo que, de algún modo, me olvidase un poco de lo que significaba divertirse.

Cada vez quedaba menos cola, y solo habían pasado dos minutos. Estaba emocionada por saber lo que el gurú del romance iba a contarme acerca de mi vida amorosa.

—Anya... —miré a Damian—, te noto demasiado emocionada.

—¡Eso es porque lo estoy, Segundo! ¡Jamás había conocido a un gurú del romance! ¡Estoy impaciente por lo que me dirá! —decía dando saltitos de emoción.

Cuando ya llegamos adonde el gurú, entramos en una especie de puerta pequeña. Inmediatamente nos quedamos sin respiración al ver al mismísimo gurú del romance delante de nosotros.

Se trataba de un señor de avanzada edad, con una mascarilla que le cubría media cara. Estaba sentado entre varias velas, que transformaban el ambiente a uno muy tenebroso y oscuro.

—Sentaos, por favor —nos dijo a los tres con voz grave.

Miré a Damian con miedo y, a continuación, nos sentamos.

—Señor, no tenemos mucho tiempo, así que... —empezó diciendo Damian.

—No se preocupe, caballero. Esto terminará más rápido de lo que penséis. Por algo me llaman "El sabio Alfred" —dijo él.

Yo lo miraba atentamente, asombrada.

—Sí, sí, cómo diga, señor Fredi. Solo vamos a hacerle unas preguntitas muy innecesarias y estúpidas, así que... —dijo Damian, haciendo que yo lo mirara mal.

—Ninguna pregunta es estúpida, caballero, y, como dije antes, me llamo Alfred —contestó él sin inmutarse.

—¡Usted es increíble, sabio Alfred! —le halagué—. ¿Me permite hacerle una pregunta?

—Adelante, señorita.

Le sonreí.

—Verá, para ponerle un poco en contexto, he tenido un desamor y...

—Lo sé —dijo él.

—¿Cómo? —pregunté.

—Por algo soy el sabio Alfred. Lo sé todo. —Abrí la boca, atónita—. Sé perfectamente que estuviste en una relación tóxica con un chico... —me miró fijamente— francés. Y... parece que ya no lo estás más, así que supongo que ya no mantienes ningún contacto con él.

Los tres miramos al sabio estupefactos.

—Guau..., Fredi resulta ser más sabio de lo que pensaba —dijo Damian.

—Alfred... —le corrigió él—. Entonces, ¿cuál era tu pregunta, señorita encantadora?

Damian le miró mal al Sabio Alfred.

—Me preguntaba si... cree que volveré a enamorarme... y si será de alguien que no me hará sufrir.

El sabio cerró los ojos y se quedó en silencio procesando la pregunta. Eventualmente, nos volvió a mirar.

—No —respondió finalmente, haciendo que todos jadeáramos.

—¿E... en serio? —pregunté tristemente.