Capítulo 25

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NARRA ANYA

—Anya, ¿estás segura de lo que estás haciendo? Pensaba que te lo estabas pasando bien en Ostania.

—Estoy segura, mamá. Me iré mañana y seguiré mis estudios ahí. Además, el último día de vacaciones que me queda es mañana. No tengo más tiempo para pensármelo mejor —le dije a mamá por el teléfono de la casa de los Desmond mientras me preparaba la maleta.

—No sé, Anya, es que también hacer esto por un chico...

—Le quiero, mamá, y espero que papá lo entienda de una vez.

—Ya conoces a tu padre, Anya.

—Esperaba que madurase ya de una vez. Han pasado tres semanas desde que me fui y veo que sigue sin cambiar... ¿Ni siquiera ha habido un día en el que hayan hablado los dos para conocerse?

—Luka... ha cambiado bastante desde que te fuiste.

Me paralicé durante unos segundos y me concentré en la llamada.

—Anya, sigo pensando que... que no deberías regresar a Francia y menos por Luka... Pero es tu decisión. —La escuché suspirar—. Te llamaré más tarde.

Me colgó. Cerré los ojos y suspiré también.

«¿Estoy... haciendo lo correcto?», me quedé pensando. «No es justo. No debería estar dudándolo ahora. Mañana a primera hora tengo el avión. Debo regresar y demostrarle a Luka lo mucho que le quiero».

Cerré la maleta y desprendí unas lágrimas sin querer.

«¿Qué? ¿Qué es lo que me pasa?», pensé secándome las lágrimas. «Soy una tonta...».

~~~

NARRA DAMIAN

Llegó el día. Todos estábamos esperando a Anya en el salón. Íbamos a acompañarla al aeropuerto.

—¡Ay, noooo! —lloraba Becky mientras se pasaba un pañuelo por los ojos—. ¡No quiero que se vayaaa!

—A... Anya... —murmuraba Mira llorando en silencio.

—Ay, no sé qué me pa... pasa... —decía Ewen lagrimeando un poco—. Emile, tú tam... también...

Emile también estaba llorando.

—¡Dami, te odio! —me decía Ken con mucha cantidad de pañuelos a su izquierda.

Mamá, papá y mi hermano estaban a mi derecha viendo el panorama.

Mi hermano Demetrius me observaba negando con la cabeza, como si le hubiera traicionado.

Apreté los dientes con fuerza. Tenía el corazón a mil por hora.

Unos minutos más tarde, Anya apareció con su maleta por las escaleras.

—Vaya, veo que estáis todos... —dijo atónita.

Me levanté para ayudarla a bajar la maleta, pero mi hermano y mis amigos se me adelantaron.

Cuando bajó, todos abrazaron a Anya como despedida. Le decían cosas como:

—¡Anya, te extrañaremos!

—¡Vuelve pronto, por favor!

—¡Cuñaditaaa!

Sí, muchas cosas como esas.

Solo mis padres, mi hermano y yo acompañamos a Anya hasta el aeropuerto. En el camino, Demetrius era el único que lloraba sin parar.

—¡NOOO! ¡NO TE VAYAS! —le decía constantemente abrazándola como si fuera un niño pequeño.

Yo solo suspiraba, mientras fingía que no los conocía.

—Deme, ya lo hemos hablado. Me tengo que ir... —contestaba Anya.

Mamá se dio la vuelta desde el copiloto para verlos y sonrió.

—Te extrañaremos mucho, Anya —le dijo.

—Pero si ni siquiera hemos llegado el aeropuerto... —murmuré mirando por la ventanilla del coche un poco malhumorado.

—No seas gruñón —me dijo mi hermano molestándome. Se giró hacia Anya—. No le hagas caso. Aunque no lo parezca, mi hermanito tampoco quiere que te vayas.

Apreté los dientes para no armar un caos.

Escuché a Anya reírse un poco, lo cual nos sorprendió a todos.

No dije nada. Nada de lo que estaba pasando me resultaba gracioso. El simple hecho de que cogiera ese avión y que nunca más la volviera a ver... no me hacía nada de gracia.

~~~

Finalmente llegamos al aeropuerto. Había mucha más gente de la que me esperaba. En una pantalla supimos cuánto tiempo faltaba para el avión de Anya.

Enseguida todos empezaron a llorar y a abrazarla.

—¡Anya, cuídate mucho! —le decía mamá.

—Te extrañaremos, princesita —le dijo papá.

—¡CUÑADITAAA! —Demetrius la abrazó—. ¡Si te hartas de ese chico francés, no dudes en volver!

Anya les sonrió a todos y luego se volvió hacia mí. Me quedé sin palabras.

Demetrius me miraba para que le dijera algo a Anya.

—Ehh... uh... umm... —Escondí mi mano en mi espalda y cogí algo que llevaba en mi bolsillo—. To... to... toma. —Se lo di.

Anya, sorprendida, abrió la caja.

—¿Mi... móvil? —preguntó atónita—. Pensé que lo había perdido o que se había roto... —Me miró—. Gracias, Segundo.

Me oculté la cara ya que me empecé a ruborizar.

—Mi hermanito te lo arregló a mano. Se pasó un día entero arreglándolo en su habitación —dijo Demetrius.

—¡Claro que no! ¡Yo solo... te ayudé! —mentí.

Anya echó unas risitas.

—Muchas gracias a los dos. Lo recordaré siempre —nos dijo con una sonrisa.

El avión número J450 despegará en 10 minutos —avisaron desde la megafonía.

—Creo... que me debo ir yendo —dijo ella—. Ha sido un placer haber pasado las vacaciones junto a vosotros... Gracias por todo...

En cuanto dijo eso, todos la vimos alejándose de nosotros. Mis padres la veían marcharse con tristeza, mientras que Demetrius se secaba las lágrimas con varios pañuelos. Fue un momento inolvidable para mí.

—Hazlo... Vamos, hazlo... —me susurraba Demetrius a mi lado con la voz quebrada—. Recuerda lo que te dije... Hazlo...

Mi corazón latía con fuerza. No podía despegar la mirada en ella. Estaba muy nervioso.

Pero quería hacerlo. Quería ir adonde ella y decirle que no se fuera. Que se quedara.

Me armé de valor y empecé a dar unos pasos. Luego, fueron unos más acelerados porque ella estaba bastante lejos de mí. A continuación, empecé a correr, pero tuve que frenar de golpe al ver que Anya se paraba en seco.

Instintivamente, levanté el brazo para tocarle el hombro y decirle que estaba detrás suyo.

No obstante, soltó la maleta, la cual se cayó al suelo. Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, sin embargo, al oírla decir lo siguiente, lo comprendí:

—¿Luka?

Vi a Anya correr y abrazar a un chico que tenía en frente.

Los veía abrazándose desde lejos, desde el punto en el que Anya empezó a correr. Vi lo feliz y alegre que estaba al haberlo visto.

Les escuchaba murmurar cosas mientras seguían abrazándose. Yo estaba quieto, sin mover un solo músculo, como si estuviera viendo una película.

Era Luka..., el exnovio de Anya.

Eventualmente, sentí cómo alguien apoyaba una mano en mi hombro. Era mi hermano.

—Te lo dije. Te dije que la ibas a perder —me dijo también viendo el panorama—. Y así fue.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora