Léeme - Damian x Anya

Capítulo 33

NARRA ANYA

—¡Esa tal Mira me cae como el culo! —exclamó Becky de repente mientras almorzábamos—. ¡Debe tener un poco de consideración, ¿no crees?! ¡Sabiendo que Damian es tu novio, ¿cómo se le puede ocurrir hacer eso en frente de todos?!

La escuchaba atentamente mientras comía pasta. Estaba muy rica.

—Mmh... —dije—. Mira cree que el Segundo y yo somos hermanos, ¿recuerdas?

Becky se calló de inmediato.

—Maldición, es verdad... —razonó—. ¡Bueno, da igual! ¡Se va a enterar en cualquier momento! ¡Seguís siendo la pareja más famosa de Eden después de todo!

—¿No lo sois tú y Emile? —pregunté.

—Bueno..., es muy reciente... La gente apenas se está enterando...

«Becky tiene razón», pensé. «Pronto todo el mundo se dará cuenta de que el Segundo y yo somos una pareja, lo cual probablemente baje la reputación de los Desmond. Eso podría ser un problema».

«Mientras tanto...», continué pensando. Me giré hacia Ken, quien estaba charlando con unos chicos. «He de continuar con mi nueva misión. ¡Tengo que ser más cercana a Ken!».

Me levanté y me dirigí adonde él.

—Ken, ¿podemos hablar? —le pregunté.

Él se giró y me miró.

—Claro. Un momento, chicos —les dijo a sus amigos.

Nos separamos de la multitud.

—Necesito... que me ayudes con unos deberes. ¿Me echarías una mano hoy después de clases?

Ken echó una risilla.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunté y él me miró.

—Nada. Estoy libre esta tarde. Nos vemos en la biblioteca de Eden después de clases —me dijo él y regresó con sus amigos.

«Qué raro...», pensé y regresé adonde estaba Becky.

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NARRA MIRA

«La academia Eden es gigante...», pensé. «Debí haberles pedido a mis papis que me informaran de este lugar antes».

Seguí caminando sin dirección alguno hasta que me encontré cara a cara con un profesor.

—Henderson —lo llamé.

—Mmm... Señorita Klein, qué sorpresa —me dijo él.

«Aprovecharé el momento para el plan. Este es el momento idóneo», pensé.

—Profesor, ¿podrías darme algún mapa de la academia? Ando bastante perdida...

Henderson me miró y asintió.

—Por supuesto, faltaría más. Entre a mi despacho.

—Qué caballeroso —lo halagué y entré a su despacho.

—Elegante, señorita Klein, se dice "elegante" —me corrigió.

Una vez dentro, miré a todas partes. Quería ver qué clase de cosas tenía el profesor en su despacho.

—Puede sentarse, señorita Klein —me dijo él mientras buscaba el mapa.

Aproveché el momento y miré al techo, encontrándome cara a cara con lo que llevaba buscando todo el día.

«Victoria», pensé alegremente.

Me senté como el profesor me indicó y este me puso un mapa de Eden extendida en la mesa. Fue indicándome dónde estaba cada lugar y sus horarios. Fue bastante interesante, sin embargo, había algo que me moría por preguntarle.