Capítulo 15

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NARRA DAMIAN

Anya y yo bajamos las escaleras en dirección al salón.

—¿Lo dices en serio, hijo? ¿No nos estarás bromeando?

—¡Es verdad, papá! ¡Están saliendo! Y si no me crees, ¡pregúntaselo a mamá!

—¿A tu madre?

Miré a Anya, aterrado, mientras seguíamos asomados a la puerta, escuchando la conversación.

—Yo...

—¿Mi hijo... y Anya están saliendo, Melinda? ¿Me lo estás afirmando?

Jadeé e irrumpí en el salón. Todos me miraban boquiabiertos.

—Damian —me dijo papá nada más verme.

Estaba horrorizado. Mi corazón no dejaba de palpitar.

—Señor Desmond, no es lo que parece —dijo Anya apareciendo de repente.

—¡Cuñadita! —dijo Demetrius sonriendo y bebiendo más champán.

Todos suspiraron.

—¡¿Papá, vas a dejar que siga emborrachándose?! —exclamé señalándole.

Papá me fulminó con la mirada.

—Creo que hay asuntos más importantes en los que prestar atención ahora mismo, Damian.

Tragué saliva.

—¿Qué es lo que realmente ha pasado entre vosotros dos? —nos preguntó.

Anya se escondió detrás de mi espalda, asustada.

—¡Papá, la estás asustando! —dije.

—¡Mi hermanito ha crecido! —Demetrius lloraba mientras seguía bebiendo.

—No sabes lo confuso que estoy ahora mismo... —siguió diciendo papá, sentándose en el sofá con una expresión de angustia.

«No pensé que reaccionaría de esta manera», pensé.

—Segundo, díselo —me susurró Anya al oído discretamente.

Tragué saliva e hice frente a la situación.

—¡Papá, ha habido un malentendido! —informé.

Todos me miraban aburridos.

—Hijo, no hace falta que te explayes tanto en el tema —dijo mamá—. Ya nos hemos enterado todos de que estáis saliendo juntos en secreto. —Anya y yo nos sonrojamos—. Pero no os preocupéis. Es entendible que a esta edad tan confusa y complicada os gustéis y queráis estar juntos. Lo entiendo. No pasa nada. —Papá se levantó y se acercó al oído de mi mamá para susurrarle algo—. Oh, cierto. —Mamá me miró fijamente—. Hijo, ¿no estabas saliendo con Mira?

Suspiré con agotamiento.

—Seguro que han roto —dijo Demetrius dando vueltas por el salón riéndose por cualquier tontería.

—¿Roto? —Papá se dirigió hacia mí—. ¿Has roto con Klein?

Me miraba aterrorizado, como si hubiera regresado a aquellos tiempos en los que papá me odiaba por absolutamente todo y no tenía libertad.

Me quedé en silencio, abrumado por la situación.

—Ya veo... —siguió diciendo él.

Cerré los ojos. No podía más con la angustia que estaba sintiendo.

Anya lo notó, pues, agarró mi mano para calmarme.

—Es un alivio —dijo papá mirándonos a los dos. Anya y yo le miramos también—. Sabía que esa tal Klein no era tu tipo.

Léeme - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora