2. Una Nueva Vida

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Cuando Octavia Blake dejó aquella última y pesada caja en el suelo de su nuevo apartamento y vio el enorme montículo de cajas, muebles y enseres que decoraban el vacío lugar puso una cara y al mismo tiempo se alegró de haber terminado de trasladarlas todas.

Empujando la puerta con la mano la cerro y se dirigió a la cocina por el pasillo pillando a Monty apoyado sobre la barra americana con la mano metida en un paquete de patatas fritas junto a un botellín de refresco de cola abierto devorándolo como si se le fuese la vida en ello.

—¿Así es cómo ibas a ayudar? —preguntó Octavia arqueando una ceja mientras iba a la nevera casi vacía de no ser por algunos refrescos que Monty había traído y algunas cajas de pizza fría de las dos noches anteriores.

Monty que la siguió con la mirada sonrió de lo más orgulloso cogiendo un pequeño puñadito de patatas dejándolas caer en su boca con deleite.

—Eh, que he armado la mesa del comedor yo solito, tú solo has entrado algunas cajas —le recordó orgulloso.

Octavia que se inclinó sobre la nevera abierta alargando la mano para coger uno de los refrescos, escuchó aquello y le miró de reojo por encima de la puerta.

—¿Armado la mesa del comedor tú solito? —arqueó una ceja ella teniendo que darle una miradita—. Monty, sabes que solo había que enroscar las patas, ¿no?

Monty que se sintió infravalorado abrió la boca ofendido y después alzó la barbilla de lo más orgulloso.

—Y yo lo he hecho.

Octavia que tuvo que sacudir la cabeza al verle de aquella manera tan solo cerro la puerta de la nevera y vio algunas cajas abiertas por el suelo de la cocina.

Llevaba tan solo diecinueve días fuera de Second Dawn, el centro de rehabilitación en el que había decidido internarse voluntariamente para seguir un extenso y duro programa de tratamiento que la ayudase a reconducir su vida, y a dejar atrás todo ese tipo de malas conductas que la habían llevado al borde de la inexistencia.

Esos primeros días no había regresado a casa de inmediato y se había vuelto a hospedar en el motel Arkadia pero esta vez sola. Había dedicado mucho tiempo y esfuerzo en conseguir un nuevo lugar para vivir y había estado buscando el lugar idóneo los días siguientes.

No había sido nada fácil pero encontrar aquel apartamento le había supuesto toda una alegría y también una sorpresa. Estaba muy bien de precio, los vecinos parecían mucho más jóvenes y discretos que los anteriores de su edificio de apartamento y no estaba muy lejos del centro.

El centro comercial, algunas tiendas de comestibles, algunas avenidas y varios parques rodeaban la zona e incluso habían dos colegios y un instituto de secundaria muy cerca.

No era un barrio residencial pero podría haber dado bien el pego. No es que ella lo necesitase en absoluto pero ahora mismo un ambiente lleno de estabilidad y familiaridad le vendría ideal en su vida la cual se había dispuesto a cambiar en prácticamente todos los sentidos.

Monty se había encargado de ayudarla con la mudanza e incluso por un momento había fantaseado en marcharse de casa y emprender él también una nueva vida pero la expresión en la cara de su madre le había hecho retroceder de todas, todas y finalmente no se había atrevido.

Octavia llevaba limpia exactamente tres meses y casi veinte días y aquello había implicado para ella mucho esfuerzo y todo un logró por el que se felicitaba cada día.

Su estancia en el centro no había sido agradable. No es que el personal no fuese bueno o amable pero el enfrentarse a sus peores miedos, tener que hablar y compartir sus peores experiencias con su terapeuta y con otras personas que habían pasado por cosas similares y distintas a las que ella había vivido había sido verdaderamente duro. Algo que no le recomendaría a nadie pero que al mismo tiempo aconsejaría a todo el mundo.

En fin, algo que verdaderamente la había ayudado.

Antes de Second Dawn no creía poder ver ninguna luz al final del túnel y ahora que su estancia allí había terminado no solo se veía capaz de ver esa luz si no de iluminar cada habitación con una luz propia.

Había conseguido alcanzar un estado de paz, de serenidad y de auto aprecio que antes de tanta terapia no tenía y además, se había implicado de lleno en recuperarse poniendo en ello todos sus esfuerzos.

Claro que aún tenía mucho trabajo que hacer por delante, no todo iba a ser como un jardín de rosas pero estaba dispuesta a sortear las espinas para forjarse un futuro mejor y libre de toda malevolencia.

Seguiría teniendo que ir algunos días de la semana a terapia y continuar yendo a aquellas reuniones en el centro pero estaba decidida a seguir haciéndolo y eso era lo más importe de todo, el poder comenzar de nuevo. Dejar atrás su antigua vida y no pasar página. Arrancar la hoja de cuajo y reescribir una nueva historia.

Monty que se llevó el botellín a los labios bebió con avidez hasta casi ahogarse y Octavia puso una cara al verle hacer eso.

—Por dios, para Monty te vas a terminar ahogando con eso.

Monty que se limpió la boca con el dorso de la mano volvió a meter la mano en el paquete de patatas fritas.

—Lo siento, es que no puedo evitarlo. Tengo un hambre atroz hoy.

—¿Pero no me habías dicho que comerías algo al salir de comisaria? —preguntó Octavia impulsándose con las manos sobre la encimera antes de quedar sentada en ella.

—E iba a hacerlo pero eso fue antes de que Niylah jodiese las cosas y Kane nos hiciese rehacer el papeleo —se lamentó él antes de coger otro paquete de patatas de la bolsa de suministros que había traído cuando llegó en teoría para Octavia.

Octavia que jugó con el tapón de su botellín de refresco entre las manos se le quedo viendo divertida un buen rato.

—Que raro que Niylah la cague con eso —medio bromeó ella sabiendo que para el papeleo Niylah era un completo desastre y siempre confundía los registros y documentos.

—No sabes cuanto te echo de menos —confeso Monty cogiendo un puñadito de patatas más viéndola bajar la mirada algo esquiva hacia su refresco.

Monty que se dio cuenta de que tal vez aquello no ayudaba intentó arreglarlo rápidamente un poco.

— Pe... pero no tienes que volver aún. No si no quieres. El teniente Kane dijo que siempre habría lugar para ti si es que algún día decidías reincorporarte, sabes que... que sería estupendo y... pero no tienes porque hacerlo si no estás preparada o si no te ves capaz aún, podemos esperar y... tomárnoslo con calma... un poco, al menos.

Octavia que prefería no hablar ahora mismo de aquello tan solo asintió con la cabeza bajando de la encimera antes de dejar allí el refresco.

—Creo que empezaré con las habitaciones, están hechas un desastre y hay tantas cajas mezcladas que al igual las tiro todas juntas y parto desde ahí a colocar todo.

Monty que la vio cerrada completamente en banda con aquel asunto tan solo le sonrió un poco asintiendo con la cabeza mientras seguía comiendo apoyado en la barra.

—Genial, en cuanto acabe con esto me pondré con el salón.

—Estupendo —le sonrió Octavia con agradecimiento antes de salir de la cocina para empezar a desempacar las cajas.

No, por el momento no regresaría a ninguna comisaria.

De hecho, no había querido decirle nada a Monty hasta que fuese algo oficial y el contrato estuviese firmado pero mañana por la noche tendría un nuevo trabajo. Uno que la ayudaría a pagar las facturas y que le proporcionaría un desafío para su nueva vida. Uno más que tendría que afrontar y del que realmente se veía capaz.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora