139. Mucho Que Abarcar

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Cuando Luna Woodward sintió una mano en su cara tumbada en aquella cama de hospital y trató de abrir los ojos aún un tanto adormilada por la anestesia vio a Lincoln de pie allí junto a ella, inclinándose para besar sus labios con una sonrisa verdaderamente emocionada.

—Al fin despiertas, nos habías dado un susto increíble, ¿sabes? —le dijo él fijándose bien el su pálido rostro y en la bolsa de sangre colgada del gotero, ya que iban a tener que seguir sometiéndola a un par de transfusiones por la perdida de sangre recibida.

Luna que se llevo la mano a la cara sintiendo la vía en el dorso de su mano se sentía un poco aturdida aún, derruida como si una hilera de camiones le hubiesen pasado justo por encima.

—¿Y... y él bebé? ¿está... está bien? —fue todo cuanto ella quiso saber tratando de buscar por la habitación con la mirada viendo la pequeña cuna nido vacía.

En cuanto se dio cuenta de que no estaba por ningún sitió Luna se llevo la mano al vientre intentando incorporarse casi de golpe aterrada.

—Oh no...

Lincoln que se dio cuenta de lo que estaba pasando se apresuro a colocar sus manos sobre ella para tumbarla de nuevo y que no se alterase.

—Está bien. Está bien, tranquila. Han tenido que llevarle a arriba a hacerle unas pruebas pero está bien. Se encuentra bien. Lexa está con él.

—¿Él? —preguntó Luna aún confusa.

Lincoln sonrió y aquella sonrisa suya se ensanchó aún más llevando la mano a su rostro.

—Ha sido un niño. Tenemos un pequeño niño precioso, Luna.

—Aden... —murmuró Luna que ya había decidido su nombre junto a él y junto a Lexa tiempo atrás por si resultaba ser un niño—. ¿Así que... así que no eran dos?

Lincoln que bajo la mirada al escuchar aquello llevo la mano a la suya acariciándola y tan solo sacudió la cabeza.

—No, no lo eran pero ha pesado tres kilos, novecientos noventa gramos, es grande —le sonrió un poco Lincoln escuchando el móvil vibrar en el bolsillo de su bata bajando la mirada a el.

Luna que ahora entendía lo dolorida que estaba ya que un parto como el suyo ya de por si estaba considerado de riesgo se paso la mano aturdida por la cara fijándose ahora en la sangre que colgaba ajena a lo del móvil.

—¿Y esta sangre?

Lincoln que metió la mano disimuladamente en el bolsillo de la bata para apagar el móvil y que no sonase mientras estuviese con ella, quiso restarle importancia con un quedo gesto.

—Has sufrido una pequeña complicación, te dije que Pearson no era la opción más recomendable pero tú nunca me escuchas —le dijo Lincoln poniendo una cara antes de sentarse en el borde de la cama—. La estudiante con la que te dejó, cometió un error y por poco te desangras.

Luna que cambió ligeramente su cara se llevo la mano al vientre algo asustada.

—Tranquila, no ha sido tan grave. Solo... solo un vaso sanguíneo que han tenido que reparar urgentemente. Te pondrás bien, no afectará en nada si algún día quieres volver a... bueno, no pensemos ahora en nada de eso. Lo importante es que tanto tú como el bebé estáis bien. Eso es lo que importa.

Luna que se tranquilizó un poco al escuchar que nada de aquello podría afectar a su cuerpo permanentemente cerro los ojos y dejo escapar un suspiro profundo, un poco sobrepasada por la situación.

—Pensé que ibas a llamarme cuando ocurriese —le dijo Lincoln inclinándose para colocarle mejor el cabello sobre la almohada—. Pensé que haríamos esto juntos como habíamos hablado.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora